Yo todavía débil por los desmayos y, los dos algo cansados por el viaje, empezamos el periplo por tierras niponas. En el aeropuerto nos espera Misako con su habitual sonrisa. Nos ha organizado nuestra estancia en Japón como si de nuestra secretaria personal se tratase. Poco nos imaginamos en ese momento todo el trabajo y tiempo que ha invertido para que no tengamos dificultades. Su empeño en que todo salga bien y conseguir hacernos pasar unos días tan especiales lo iremos viendo en los siguientes días y nunca podremos agradecerle lo suficiente su dedicación. Después de las habituales palabras lanzadas rápidamente en diálogos donde se quieren explicar demasiadas cosas, algo que sucede siempre en el primer encuentro con alguien a quien hace tiempo que no ves, nos ponemos en marcha. Lo primero es lo primero: la tarjeta
Suica para desplazarnos en metro y el trámite para la
JR Pass que nos será tan útil durante 7 días en los que tomaremos el shinkansen para, entre otros lugares, visitar Kioto o Hiroshima.
En pocos minutos está todo resuelto y ya cogemos el primer tren que nos llevará hasta
Asakusa; nuestro hogar durante los días que vamos a estar en Tokio.
Nos alojamos en
Weekly Mansion, una pensión muy bien situada; cerca de varias estaciones de metro,
7-eleven y a sólo 10 minutos del famoso templo
Sensō-ji. También tenemos cerca la famosa empresa Bandai, pero ahí sólo nos haremos una foto con
Doraemon jejeje. De la pensión todo lo que se puede decir es bueno, con un personal encantador y sumamente atento: un lugar que sale barato, con habitaciones limpias y equipadas con microondas, cocina, baño, aspirador, tv y aire acondicionado.
A mí se me ha abierto el apetito y el jet lag nos empieza a despistar un poco. Así que dejamos las maletas de cualquier manera y nos disponemos a ir a comer algo cerca de la Weekly Mansion. Entramos en un fast-food, pero claro, aquí a diferencia de los fast-foods occidentales a los que estamos acostumbrados, la comida es sana. Yo me como el primer plato de arroz con anguila del viaje (es mi plato favorito). Charlamos un buen rato de lo que haremos en los próximos días y después de pagar la cuenta decidimos dar un primer paseo por el templo Sensō-ji. Primera sorpresa; la cena ha salido muy barata, mucho más que si hubiéramos comido en un McDonald's. Es el primer día que estamos ahí y aún no sabemos que la comida además de estar muy buena y ser muy sana, nos va a salir muy económica.
Ha anochecido y ver el templo, la pagoda y los alrededores todo iluminado es realmente impresionante.
Nos parece estar viviendo en un sueño.
Al señor Kimura le hizo gracia esa frase y a causa de la risa que no pudo contener, salieron disparados unos pocos granos de arroz de su boca, lo que provocó también nuestras risas.