Me muero de ganas de hablar sobre esta novela, de comentarla sin parar. Aunque si lo hiciera, si contara todo lo que ha dejado en mí, si mostrara ese poso, estropearía cualquier sorpresa a quien se quisiera acercar a "Sueños de trenes" después de leer esta entrada (si es que alguien todavía lee este blog...). Así que sólo voy a verter buenos y pocos elogios.
Aún estoy asimilando lo que acabo de leer. Apenas hace unas horas he terminado esta novela de Denis Johnson.
Ya había salido contento y con ganas de más después de leer "Hijo de Jesús". Ahora sí quiero leer toda su obra.
Ojalá supiera transmitir con las palabras justas todo lo que he sentido al leer esta maravilla. Y es que con "Sueños de trenes", sí puedo decir, después de mucho tiempo, que de nuevo algo se ha removido en mi interior, que me ha provocado diferentes y profundas sensaciones; a veces de vértigo, algunas de cierta empatía, otras de rabia, alegría, tristeza, amor, humor y, sobre todo, impotencia. Hay novelas que a un padre novato le duelen en el alma.
En serio, grandes autores han dicho menos escribiendo muchas más páginas. "Sueños de trenes" es una novela corta, se puede leer en un día, pero cunde más que Moby Dick.
Hay indios, lobos, magia, religión, maltrato, incluso las sombras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn,y los ecos de Cormac McCarthy y Jim Dodge dan algún paseo por aquí. Y los lobos... los aullidos... el tren... el silbido del tren... las vías del tren...
Las palabras justas.