Leído en 2011: mis 14 momentazos

No acostumbro a hacer listas. En realidad no me gusta hacer listas. Suelo citar libros e ir apuntándolos en el orden que los voy leyendo con alguna de las frases que he encontrado en ellos y que creo merecen ser recordadas (aunque también es verdad que esas citas las hago porque tengo memoria de pez).
Este año he leído mucho y no todo lo he apuntado. Hay cómics -que también son lecturas-, cuentos, poemas y micro-relatos que me han hecho pasar momentos tan buenos o mejores que muchas novelas, pero que no aparecerán en ninguna lista. También es cierto que gracias a #caféliterario en facebook y twitter y las lecturas conjuntas, la lista de libros leídos este año ha aumentado notablemente. Así que aquí va una excepción y hago un esfuerzo terrible en seleccionar sólo 14 libros que me han hecho vibrar este 2011 y además en orden de más a menos. ¿Por qué 14? Pues porque mi número es el 7 o porque nací el 14 de abril.
En un par de días, en otra entrada, como ya hago cada año con la etiqueta Ex-Libris, colgaré el total de mis lecturas del 2011 y algunas de sus frases. De los 61 libros que "llevo" este año, sólo dos los he dejado a medias y aparecerán en la lista de 2012, y uno lo he dejado por imposible... Se trata de Magia de Manuel Vilas. No puedo terminarlo, no hay manera. En cambio del mismo autor devoré Amor. Poesía reunida, 1988-2010 y, aunque sea un libro de poemas, entra en mi lista de momentazos 2011.
Houellebecq, por méritos propios, entra con las dos novelas que he leído de él, y algo me dice que en el 2012 entrarán más de dos. Los demás, los que no aparecen en la lista, no es que no me gusten, algunos no caben, otros no entrarían como momentazo. Al final todo son sensaciones, mis sensaciones.
  1. Michel Houellebecq - Plataforma
  2. Michel Houellebecq - Las Partículas Elementales
  3. Adolfo Bioy Casares - La Invención de Morel
  4. Robert Walser - Jakob Von Gunten
  5. Don DeLillo - Punto Omega 
  6. J.M. Coetzee - Verano
  7. David Vann - Sukkwan Island
  8. Enrique Vila-Matas - Exploradores del Abismo
  9. Haruki Murakami - 1Q84 
  10. Tao Lin - Richard Yates
  11. Rafael Yglesias - Un Matrimonio Feliz
  12. Jonathan Lethem - Chronic City
  13. Manuel Vilas - Amor. Poesía reunida, 1988-2010
  14. Pájaros en la boca-Samanta Schweblin

Leído en 2011: Pájaros en la boca de Samanta Schweblin

"Algunas palabras las pone el escritor y otras palabras las pone el lector, no están en el texto, están en la cabeza del lector"
"Me interesan historias que ponen en duda lo que nosotros asumimos como normalidad"(Samanta Schweblin)
                El 2011 lo estrené, en lo que a libros se refiere, con un descubrimiento que además resultó ser una grata sorpresa. Una antología de los mejores cuentos de la autora argentina Samanta Schweblin y que lleva por título el mismo que uno de los que la compone, Pájaros en la Boca, que al igual que los otros catorce relatos se mueve entre lo onírico y el suspense, lo normal y lo anormal; no en vano podemos leer en la faja promocional: "Como en una película de David Lynch o en una pesadilla de Kafka".
La persona que me lo regaló sabía lo que se hacía y me conoce bastante bien. Por supuesto acertó. 
Pero es que además hay quien compara a Samanta Schweblin con Haruki Murakami, Julio Cortázar, Bioy Casares (a Bioy Casares lo he descubierto recientemente) o Jorge Luis Borges, todos ellos autores de excelentes relatos que se mueven sobre un fino hilo entre lo real y lo fantástico y forman parte de mis escritores favoritos. Así que después de leer estos quince cuentos, no me queda otra que ratificar esa comparación. Samanta Schweblin está dotada de una imaginación fantástica y reconoce la influencia de algunos escritores latinoamericanos, pero admite que los autores que le enseñaron cómo escribir, entre otros, fueron Carver, Faulkner o Salinger.
A mí estos cuentos me han hecho pasar momentos de placer, de angustia, de reflexión... Estoy convencido que volveré a ellos como lo hago con cierta poesía y con muchas canciones. Como lo hago también con cuentos de Kafka, Cortázar o Poe.
Cuelgo tres de los cuentos de Pájaros en la Boca y una interesante entrevista que concedió a Canal-L en Casa Asia, Barcelona, el mes de junio de 2010.
En la estepa 
Perdiendo Velocidad
Mujeres desesperadas 

Leído en 2011: Wendolin Kramer de Laura Fernández

Siempre se agradece que llegue algo de aire fresco a la literatura de nuestro país, y más concretamente a mi biblioteca; nuevas voces, nuevas maneras de contar historias y, sobre todo, sin complejos, que sean divertidas. Es el caso de Wendolin Kramer una historia de superhéroes, supervillanos y un chucho deprimido, de la joven escritora y periodista Laura Fernández.
Nacida en Terrassa en 1981 ya ha publicado dos novelas. La primera, Bienvenidos a Welcome, será reeditada en breve, y a principios de 2012 ya podremos leer una tercera, La chica zombie.
Wendolin Kramer es un libro repleto de personajes que podríamos encontrar perfectamente en cómics underground, en novelas pulp o en las primeras películas de Kevin Smith. El personaje principal, Wendolin, es una chica de treinta años que todavía vive con sus padres y en su mundo, un mundo de fantasía. Quiere ser detective y ha montado una agencia en su habitación, una habitación que parece de una niña de doce años y no de una mujer de treinta. La madre está bastante loca y ha inventado y cambiado los nombres y apellidos de su familia; a su marido, que todo hay que decirlo es un calzonazos, le llama Ron Kramer y en cambio su nombre real es Julio Durán. Ella se hace llamar Marion y habla con Wendolin, desde que ésta era pequeña, en un idioma que nadie entiende pero ellas creen que es alemán. Marion es devota de Clark Kent, de Raphael y de Lindsey Buckingham, el guitarrista y cantante de Fleetwood Mac. A todo esto hay que añadir a un perro del que podemos leer sus pensamientos y es el más cuerdo de todos en esa casa.
Normalmente no acostumbro a contar mucho sobre de qué va un libro que he leído, de la misma manera que no quiero que me cuenten mucho a mí sobre los que voy a leer o me recomiendan. Ya sea en este blog o entre amigos, sólo comento qué sensaciones me ha producido la lectura. En este caso, como ya he dicho, me lo pase fenomenal y sólo espero que volvamos a leer a Wendolin en alguna que otra aventura, y que sea esta historia de superhéroes, supervillanos y un chucho deprimido, la primera de una saga porque el personaje bien lo merece.
Laura Fernández es fan incondicional del escritor John Fante y entre sus escritores favoritos también destacan Richard Brautigan, Kurt Vonnegut y Charles Bukowski. Todos ellos son una clara influencia en su obra aunque la idea principal de Wendolin Kramer nació después de salir del cine cuando fue a ver 'Spiderman 3' acompañada de una amiga que había estudiado en un colegio alemán. Fue entonces cuando pensó ¿y si existiera una detective estúpida que sólo habla alemán y no se entiende con sus clientes?
Laura Fernandez ya está trabajando en una cuarta novela y puedes saber más de ella en su blog Bienvenidos a Welcome. Wendolin Kramer es divertida, irónica y llena de referencias a los años 80. La canción favorita de Wendolin es precisamente Eighties fan del grupo Camera Obscura.


Leído en 2011: por segunda vez, El Palacio de la Luna de Paul Auster

La primera vez que la leí me pareció una gran novela. La segunda vez ha superado a la primera. Y es que ahora tengo a mi alcance Internet -sí, eso que hace diez años aún era para mí algo por descubrir- y he podido comprender mejor la obra. No es que no se entienda sin consultar Internet, simplemente es mucho más fácil acceder a información que contiene la novela y uno puede satisfacer su curiosidad y contrastar datos. Ahora puedo decir que Paul Auster se documentó muy bien y elaboró una historia bien calculada con todas las casualidades -aunque es cierto que son muchas- perfectamente ensambladas. Algo parecido me ocurrió cuando terminé Sunset Park (2010), su último trabajo hasta la fecha, sentí que había leído un libro con un argumento redondo, perfecto.
No voy a hacer una reseña al uso. Sólo corto y pego algunas citas de El Palacio de la Luna y cuelgo tres fotografías. Dos de ellas las tomé yo, se trata de escenarios que aparecen en la novela y que describe fielmente Thomas Effing. En 2010 tuvimos la suerte de pasear y conducir por varios de los lugares que se describen en la parte del Oeste y puedo asegurar que lo que sienten los personajes lo vivimos en nuestras propias carnes. (Curiosamente en la foto de Monument Valley, en la parte izquierda, aparece la luna).
Foto LilVia: de Ruta, Death Valley
La otra fotografía es de la obra Luz de Luna de Blakelock, descrita por Marco Stanley Fogg, el protagonista, en las páginas 144-145 cuando visita el Brooklyn Museum. Esa descripción también la corto y pego justo debajo de la misma.
Otra cosa que me gustaría recomendar a todos los que han leído o piensan leer esta novela, además de consultar sobre algunos personajes reales o obras de arte que se mencionan en ella, es leer El País de las Úlimas Cosas y El Libro de las Ilusiones, en ambas novelas aparecen de nuevo personajes que ya hemos conocido en El Palacio de la Luna.

"Las exigencias de las palabras son demasiado grandes; uno conoce el fracaso con excesiva frecuencia para poder enorgullecerse del éxito ocasional".


Foto Lilvia: Monument Valley
"No era tanto que me impresionara la geografía (a todo el mundo le impresiona), sino que la inmensidad y el vacío de aquella tierra había comenzado a modificar mi sentido del tiempo. El presente ya no parecía tener las mismas consecuencias. Los minutos y las horas eran demasiado pequeños para poder medirlos en este lugar, y una vez que abrías los ojos a lo que te rodeaba, te veías obligado a pensar en términos de siglos, a comprender que mil años no es más que un segundo. Por primera vez en mi vida, sentí que la Tierra era un planeta que giraba en los cielos. Descubrí que no era grande, era pequeña; era casi microscópica. De todos los objetos del universo, nada es más pequeño que la Tierra".

Moonlight-Ralph Albert Blakelock
"Una luna llena perfectamente redonda ocupaba el centro del lienzo -el centro matemático exacto, me pareció- y este pálido disco blanco iluminaba todo lo que había por encima y por debajo de él: el cielo, un lago, un árbol grande con ramas como arañas y las montañas bajas del horizonte. En primer término había dos pequeñas zonas de tierra, separadas por un riachuelo que corría entre las dos. En la margen izquierda se veía una tienda india y una hoguera; parecía haber varias figuras sentadas alrededor del fuego, pero era difícil distinguirlas, eran sólo mínimas sugerencias de formas humanas, unas cinco o seis, enrojecidas por el reflejo de las ascuas de la hoguera; a la derecha del árbol grande, separada de las otras, se veía una solitaria figura a caballo que miraba por encima de la corriente, completamente inmóvil, como perdida en sus pensamientos. El árbol que tenía detrás era unas quince o veinte veces más alto que él y el contraste le hacia parecer enano, insignificante. Él y su caballo no eran más que siluetas, perfiles negros sin profundidad ni individualidad. En la otra margen las cosas eran aún más tenebrosas, casi totalmente sumidas en las sombras. Había unos cuantos árboles pequeños con las mismas ramas como arañas del árbol grande y luego, en la parte inferior, una diminuta mancha de claridad que me pareció podría ser otra figura (tumbada de espaldas, tal vez dormida, tal vez muerta, tal vez contemplando la noche) o tal vez los restos de otra hoguera, no pude llegar a una conclusión. Me entregué de tal modo al estudio de estos oscuros detalles de la parte inferior del cuadro que cuando finalmente levanté la vista para examinar otra vez el cielo, me sorprendió ver lo luminoso que era todo en la mitad superior. Incluso teniendo en cuenta la luna llena, el cielo parecía demasiado visible. La pintura brillaba a través de las agrietadas capas de barniz que cubrían la superficie con una intensidad antinatural, y cuanto más me adentraba hacia el horizonte, más luminoso se volvía ese resplandor, como si allí fuera y las montañas estuvieran iluminadas por el sol. Una vez que noté esto, empecé a ver cosas raras en el cuadro. El cielo, por ejemplo, tenía una tonalidad fundamentalmente verdosa. Salpicado por los bordes amarillos de la nubes, se arremolinaba en torno al árbol grande en un denso torbellino de pinceladas, adquiriendo forma de espiral, un vórtice de materia celestial, en el espacio profundo. ¿Como podía ser verde el cielo?, me pregunté. Era del mismo color del lago, y eso no era posible. Excepto en la negrura de la más negra de las noches, el cielo y la tierra son siempre diferentes. Blakelock era claramente un pintor demasiado diestro para no saber esto. Pero si no había intentado representar un paisaje real, ¿qué era lo que se había propuesto? Hice todo lo que pude por imaginármelo, pero el verde del cielo me lo impedía. Un cielo del mismo color que la tierra, una noche que parecía el día y todas las formas humanas empequeñecidas por la grandeza del paisaje, sombras ilegibles, simples ideogramas de vida. No quería hacer juicios simbólicos atrevidos, pero, basándome en la evidencia del cuadro, no parecía tener alternativa. A pesar de su pequeñez en relación con el entorno, los indios no revelaban ningún temor ni ansiedad. Estaban cómodamente sentados, en paz consigo mismos y con el mundo, y cuanto más pensaba en ello, más me parecía que esa serenidad dominaba el cuadro. Me pregunté si Blakelock no habría pintado el cielo verde para poner de relieve esa armonía, para mostrar la conexión entre el cielo y la tierra. Si los hombres pueden vivir cómodamente en su entorno, parecía decir, si pueden aprender a sentirse parte de las cosas que les rodean, entonces quizá la vida en la tierra estará imbuida de un sentimiento de santidad. Naturalmente, era sólo una suposición, pero se me ocurrió que Blakelock había pintado un idilio norteamericano, el mundo que los indios habían habitado hasta que apareció el hombre blanco para destruirlo. La placa que había en la pared decía que el cuadro había sido pintado en 1885. Si la memoria no me fallaba, eso era justo a la mitad del periodo del Último Baluarte de Custer y la masacre de Wounded Knee; en otras palabras, al final, cuando ya era demasiado tarde para conservar la esperanza de que ninguna de estas cosas sobrevivieran. Tal vez, pensé, este cuadro quería representar todo lo que habíamos perdido. No era un paisaje, era un monumento, una canción fúnebre para un mundo desaparecido”.

Más reseñas:
10.15 Saturday Night

Wishlist 2

Fnac ha vuelto a convocar el concurso de la lista de deseos; We wishlist a merry xmas. En esta segunda edición se puede participar, como en la anterior, desde Facebook y desde tu propio blog. El premio es  un vale de 2012 euros (un euro más que el año pasado) para gastarlos en fnac. Un servidor, que sigue teniendo muchos deseos -tantos o más que en 2010- y desea darlos a conocer, cae en la tentación de nuevo de utilizar este blog para participar y, ya de paso, recomendar discos de vinilo, CD's, libros, dvd's, miscelánea, en fin, productos que puedes encontrar en fnac. No siempre los sueños sueños son. A veces, sólo el hecho de desear algo, de alguna manera, ya hace que lo disfrutes.
Así que mientras deseo y recomiendo, ya estoy abriendo uno a uno en mi imaginación los paquetes que hay al lado del árbol de Navidad.
Libros:
Enrique Vila Matas :
- Una vida absolutamente maravillosa  14,20€
- Dublinesca 9,45 €
- El viajero más lento 16,63 € 
Flann O´Brien - La gente corriente de Irlanda 21,80 €
Bill Callahan - Cartas a Emma Bowlcut 14,25 €
Dino Buzzati - El desierto de los tártaros 8,55 €
Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges:
- Dos fantasías memorables. Un modelo para la muerte 7,60 € 
- Seis problemas para Don Isidro Parodi 8,08 €
Adolfo Bioy Casares - La aventura de un fotógrafo en La Plata 8,55 €
Julio Cortázar - La vuelta al día en ochenta mundos 22,80 €
José Ángel Barrueco:
- Asco 14,25 €
- Vivir y morir en Lavapiés 15,20 €
John Fante:
- Al oeste de Roma 7,13 €
- Un año pésimo 11,88 €
- La hermandad de la uva 6,65 €
- Camino de Los Ángeles 7,60 €
- Sueños de Bunker Hill 11,40 €
Robert Walser:
- Historias 15,15 €
- El ayudante 18 €
- Vida de poeta 16,10 €
- El bandido 16,05 €
- El paseo 10,93 € 
Discos:
Matador Rockers - Esto tenía que pasar 13,29 €
Bill Callahan - Apocalypse (Edición vinilo) 22,79€  
Peter Gabriel - New Blood (Edición vinilo) 25,64 € 
Peter Gabriel - Scratch my back 18,99 €
The Smiths - Complete Smiths (Edición Box Set Vinilo) 170,99 € 
Tom Waits - Bad As Me (Edición vinilo) 22,79 €
Jane's Addiction - The Great Escape Artist (Edición vinilo) 18,99 €
DVD's:  
- Pack El ala oeste de la Casa Blanca (Serie completa) 82,64 €
- Pack The Wire (Bajo escucha) (Serie completa) 82,64 €
MacBook:  
Apple MacBook Pro a 2,4 GHz 13,3" MD313Y/A 1.149 €

Distopía de la mano de Tao Lin, Stanislaw Lem, Charles Bukowski y Paul Auster

Cuando terminé de leer Richard Yates de Tao Lin, además de las sensaciones que ya plasmé en la reseña de la novela, pensé que si esa misma historia se hubiese escrito veinte años atrás podría haber pertenecido al género de las novelas de ficción distópica al estilo 1984 de George Orwell, La Pianola de Kurt Vonnegut, Mundo Feliz de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o las decenas y decenas escritas por Philip K. Dick.
Corto y pego de wikipedia:

Una distopía, llamada también antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia.
Vuelvo a defender Richard Yates; reivindicar su simplicidad que creo necesaria para dar credibilidad a sus personajes. La novela de Tao Lin no puede pertenecer a las novelas de distopía por esa misma razón, porque narra una cruda y actual realidad. Lejos quedan ya esas obras de ciencia ficción que retrataban un futuro entre máquinas y donde los humanos se relacionaban a través de ellas -lejos o cerca, depende de cómo se mire- porque ya estamos en ese momento, en un momento en el que nos conocemos en twitter y nos vemos en facebook, los regalos los compramos en Internet y los recibimos en casa.
Estos dos fragmentos pertenecen a la novela de Stanislaw Lem Congreso de Futurología y que se publicó en 1971, hace 40 años:

"Eso me trajo a la memoria los libros en los que se describían las negras imágenes del futuro como una antiutopía en la que cada ciudadano se queda metido en su casa."
"Siempre tiene algo que contar esa cariñosa muchacha, contrariamente a esas chicas de los snacks que realizan todas sus conversaciones a través de su computadora portátil."


También Bukowski en un poema titulado ESTA BANDERA NO ONDEA CON CARIÑO habla sobre ello. Bukowski murió en 1994, así que escribió esto mucho antes del boom de Internet:

hoy todo son ordenadores y más ordenadores
y pronto todo el mundo tendrá uno,
los niños de tres años tendrán ordenadores
y todo el mundo conocerá todo
lo relacionado con los demás
mucho antes de que lleguen a conocerse
y por eso nadie querrá conocerse.
nadie querrá conocer a nadie
nunca jamás
y todos serán
unos solitarios
como lo soy yo hoy.

Por último un fragmento de la novela El Palacio De La Luna (1989) de Paul Auster en el que su protagonista Marco Stanley Fogg explica por qué no tiene teléfono (!teléfono!) a Zimmer:
-Una voz transmitida eléctricamente no es una voz real -le dije-. Todos nos hemos acostumbrado a estos simulacros de nosotros mismos, pero cuando te paras a pensarlo, el teléfono es un instrumento de distorsión y fantasía. Es una comunicación entre fantasmas, las secreciones verbales de mentes sin cuerpo. Yo quiero ver a la persona con la que estoy hablando. Si no puedo verla, prefiero no hablar con ella.

Cirkus Columbia de Ivica Djikić

Cirkus Columbia fue la novela de debut de Ivica Djikić (1977). Publicada en el año 2004 recibió el premio Selimović y tuvo su versión cinematográfica en 2010 de la mano de Danis Tanović, el director de En Tierra de Nadie. 

Aunque los hechos que acontecen en la novela suceden antes, durante y después de la guerra de los Balcanes, Cirkus Columbia no es un libro sólo sobre esa guerra. 
En apenas 133 páginas se abren y ramifican decenas de historias y son contadas por varios narradores en distintas formas: novela, diario, cartas...  
El estilo de Ivica Djikić es incisivo, irónico y hace gala de un gran sentido del humor -humor negro si se quiere- cuando describe las debilidades de los habitantes de una pequeña ciudad de provincias de Herzegovina. Djikić no se olvida de nadie y cuenta cómo niños, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres de diferentes clases sociales y etnias, después de convivir durante años sin ningún problema, se ven enfrentados de la noche a la mañana unos con otros. Así conocemos a los que se esconden, los desertores, los que se han convertido en asesinos, los resignados, los locos, los que deben huir -y entre ellos, los que a pesar del odio y la persecución a la que fueron sometidos, vuelven porque echan de menos su tierra-... Para todos hay alguna excusa, alguna razón que justifica su situación actual.
Amor, viejos rencores, instantes de felicidad, amistad y las curiosas peripecias de un gato llamado Bonny que es, además de la guerra, el hilo conductor de esta historia.  
Copio y pego un par de fragmentos de esta novela (la parte de los cuadernos de Jako Ivanda) de la que me han entusiasmado su estructura, su historia y sus personajes:
  La guerra (página 45)
La guerra empezó en la clase de Historia del Arte. Esa mañana gris la guerra entró en nuestra clase sobre las ocho. Estaba un poco nerviosa y las manos le temblaban ligeramente. Se parecía al director de nuestro instituto, Stanko Rubić, y dijo lo siguiente: "Queridos alumnos, según parece la guerra también ha llegado hasta nosotros. Id sin prisa a vuestras casas y ya os informaremos de cuándo podéis volver a clase. Hasta la vista".
Luego la guerra se extendió también a otros cursos, así que pronto todos volvimos a nuestras casas, serios y silenciosos. Era el 5 de abril de 1992. Al colegio no volvimos hasta el inicio del curso siguiente. Más adelante recordaré ese año de 1992 como el único año de instituto en el que no tuve que recuperar las matemáticas. Partiendo de eso podríamos llegar a la conclusión de que la guerra también puede aportar algo bueno.

  Los serbios (página 46)
...yo realmente desconocía que en nuestra ciudad también vivían serbios. No lo sabía porque hasta aquel momento nadie me había dicho que alguien fuera serbio. Tampoco me habían dicho que alguien fuera musulmán, gitano o albanés, aunque yo lo sabía por sus nombres y más o menos sabía que nosotros, los católicos, nos diferenciábamos de los musulmanes, gitanos o albaneses -además de por los nombres- en que ellos celebraban el Bayram y nosotros la Navidad, en que ellos acudían a la mezquita y nosotros a la iglesia, en que nosotros hacemos sonar las campanas mientras que a ellos les llama el muecín, en que ellos se circuncidan y nosotros no. Y eso a grandes rasgos era todo lo que sabía sobre nuestras diferencias. Quizá había alguna cosa más, pero por lo demás éramos casi iguales: hablábamos completamente igual, nos vestíamos igual, nuestras madres nos preparaban los mismos platos y pasteles, todo igual.

Cirkus Columbia, Autor: Ivica Djikić
Editorial: Sajalín Editores
Traducción: Maja Drna

Richard Yates, una novela de Tao Lin

Cuando veo una película, estoy delante de una obra de arte o leo una novela, rasco un poco más de lo que se observa a simple vista, de lo que parece que sólo ofrecen sus autores en primer término. Escarbo porque ya me he llevado muchas sorpresas y porque me gusta. Creo que empecé a leer e ir al cine de forma distinta a partir de Lost Highway (Carretera perdida) de David Lynch. Recuerdo que al día siguiente del estreno ya se hacían bromas en los programas de radio, me parece que fue Buenafuente quien preguntó a sus oyentes, con su particular sarcasmo, si habían entendido la película. Ahora, casi 15 años después, estoy seguro que es mucho más fácil entender el argumento porque fue el punto de partida a otras películas o series que se concibieron, y se conciben, de forma similar. Yo soy fan de Carretera Perdida, la he visto decenas de veces y, hace poco, en un viaje por la costa oeste, nos desviamos unos cien kilómetros de la ruta para visitar el Lost Highway Hotel. Pero sobre todo soy fan de una frase de Fred Madison (Bill Pullman): me gusta recordar las cosas a mi manera, no necesariamente como han pasado. Y es que esa frase es la mejor pista para entender, no sólo Carretera Perdida, sino muchas otras películas de fugas psicogénicas que llegaron después.
Esto que sigue va a ser muy redundante, pero me viene así: hay finales controvertidos como el de la novela “Fin” de David Monteagudo o el de la serie Lost que reciben críticas feroces por parte de los que, durante la lectura de una, o, los seis años que han sentido devoción por la otra, han disfrutado mucho pero creen que les han tomado el pelo con el final. ¿Quién toma el pelo? ¿El escritor a sus lectores? ¿Los personajes? Un artista hace y se expresa como quiere. A ver si de una vez entendemos que no podemos juzgar cómo ha creado su propia obra. Si el artista no tiene libertad creativa acabaremos asistiendo a un maldito cliché. Luego está el gusto personal de cada uno y las ganas de leer entre líneas o buscar, escarbar, rascar un poco y sacar más jugo. Me gustan las novelas de Paul Auster, Haruki Murakami o películas como Lost Highway de David Lynch porque suelen crear pasadizos secretos, bifurcaciones y, a eso, muchos lo llaman final abierto. ¡Cómo me gusta toparme con un argumento que deje dudas, que pueda tener varias lecturas, varios finales distintos!
Pero estamos en la era en la que todo el mundo quiere respuestas y soluciones rápidas a todo. No se valora el misterio, el hacerse preguntas es algo obsoleto y cada vez el público es más crítico, cínico y obtuso.

Richard Yates de Tao Lin es una novela que recibe aplausos y abucheos a partes iguales y es de las que, para mí, tiene varias lecturas. De entrada ya advierto a la gente que opina que Bob Dylan no es un escritor y mucho menos alguien que merezca recibir un Nobel de literatura, o a los que sólo leen a los grandes de la literatura universal, que no se acerquen a esta obra si no quieren perder los estribos.
Tengo que dar las gracias a mi amigo @gancedo por regalármela y por confiar en que me gustase. Ha acertado. Y sí, tiene razón cuando dice que el estilo de Tao Lin llega a irritar pero que es brillante al fin (que no el final. Los que siempre esperan un final cerrado también pueden obviar esta novela desde ya).
No voy a descubrir nada ni tampoco intento demostrar que detrás de Richard Yates hay mucho más de lo que se lee. Aunque sin esforzarme he encontrado en Internet información que da pie a pensar que el argumento es una historia viva, que aún continúan los diálogos ahora mismo entre los protagonistas, Haley y Dakota, y que no son otros que los del propio Tao Lin con Ellen Kennedy.

Ellen Kennedy (1989) vive en Boston, EEUU. Es autora del libro de poemas Sometimes My Heart Pushes My Ribs (Muummuu House, 2009) y de varios e-books en solitario o escritos a cuatro manos con Tao Lin.

Aunque lo más probable es que todo forme parte de la misma obra de teatro, que se dejen llevar por la imaginación y simulen ser dos adolescentes hablando por chat y que de ahí venga la inspiración. En cualquier caso Tao Lin da un tirón de orejas a nuestra sociedad de consumo, un toque de atención para hacernos ver que todos actuamos como lo hacemos por alguna razón. El aburrimiento, los intentos de suicidio, los trastornos alimentarios, la irascibilidad, la alienación, la frustración, todos estos temas aparecen en la novela y no sólo es cosa de adolescentes, también, en gran medida, los sufren los adultos. Toda acción que afecta a nuestra estabilidad emocional, decisiones que otros toman en nuestro lugar, por ejemplo, dejan una profunda huella en nuestra vida y tiene sus consecuencias. Me atrevo a decir que es de eso de lo que trata Richard Yates.

Dibujo de Ellen Kennedy "Dakota Fanning le mandó a Haley Joel Osment dibujos hechos con Microsoft Paint en los que salía Werner Herzog flotando en el espacio exterior y pensando:"tengo demasiada experiencia en este negocio como para acabar así"
Después de terminar de leer las poco más de doscientas páginas de Richard Yates, me quedé absorto mirando por la ventanilla del vagón del tren mientras resbalaban gotas de lluvia por el cristal y escuchaba por los auriculares a The Wave Pictures. Pensé: qué sencillo es escribir un libro, que te lo publiquen y que además te comparen con Kurt Vonnegut o Bret Easton Ellis y que te apoden el Kafka de la generación Facebook. Pero no. No es tan fácil dotar de una personalidad única a cada uno de los personajes. Y si el lenguaje es sencillo es porque Tao Lin habrá pensado que esa era la mejor fórmula; los adolescentes hablan entre ellos de ese modo a través de emails o en facebook, y si encontramos frases cortas y sencillas se hacen más creíbles los diálogos y la narración.

Tao Lin:
Hay muchas cosas en mis libros que son "verdaderas". "La gente debería leer mis libros" para aprender acerca de mí, creo. No estoy tratando de promover mis libros en este momento, realmente creo que la gente puede aprender más acerca de mí leyendo mis libros.

El blog de Tao Lin
Ellen Kennedy
I Like Every Time We Have Sex by Ellen Kennedy

Miscelánea


DE VUELTA:
Ya estamos de vuelta y, como sucede siempre después de un viaje, tengo que esforzarme por no narrar tópicos a decenas.
Así que poco diré, sólo que:
-No ha sido un viaje duro, (al menos no tan duro como pensé que sería antes de partir) o, tal vez, es que estoy más en forma que nunca... no lo sé.
-Que siguen en mí los olores, los cielos (amaneceres y atardeceres), las estrellas, el tacto de su gente, los sonidos de África; el sabor pichiviri pichiviri y una canción en un dialecto que desconozco, por tanto, aunque quisiera, no puedo transcribir la letra.
-Y también, como olvidarlo, que conocimos a gente genial con la que hemos reído y compartido experiencias que aún me ponen la carne de gallina: que pasen delante de ti una manada de elefantes de todos los tamaños después de darse un baño en el río a las cinco de la mañana y en absoluto silencio, es una de ellas.
  
SORPRESAS:
-Ayer me llevé una enorme sorpresa cuando abrí el buzón. Una de esas sorpresas que todos deberíamos sentir de vez en cuando; como cuando éramos niños. En el remite un nombre conocido. Dentro del sobre un libro: Richard Yates de Tao Lin. En la primera página una dedicatoria:
Amigo Jordi, reconozco que su estilo llegó a irritarme pero, al fin, fue brillante. Espero que te guste. Tu visible amigo @gancedo.
Ya sólo por cómo ha llegado a mí, va a ser una novela muy especial. Muchas gracias, Rafa.

 -Hoy, hace sólo un par de horas, me ha llegado otra magnífica sorpresa. Se trata de otro libro, la noticia de la publicación de otra antología de cuentos del gran Kurt Vonnegut. 16 relatos inéditos que edita Sexto Piso, los mismos que se encargaron de hacernos llegar Mire al pajarito. La nueva colección de cuentos de Vonnegut ya está en las librerías y lleva por título Mientras los mortales duermen.

Con el estilo sencillo y directo característico de Vonnegut, y acompañados de sus habituales dibujos en tinta, Mientras los mortales duermen es un regalo inesperado para los lectores.
«Un recuerdo precioso de la maliciosa voz moral que perdimos cuando perdimos a Kurt Vonnegut.»
San Francisco Chronicle
«Vuelve Kurt Vonnegut, y eso no nos convierte en mejores personas, pero sí mejora nuestras vidas.»
Rodrigo Fresán, ABC Cultural

Olor a madera vieja y libros nuevos

Los tablones del suelo de la librería crujen bajo mis pies mientras avanzo hasta llegar a la sección de novedades. De entre todas las cubiertas hay una que capta mi atención; en ella aparece dibujado un barco que navega en alta mar.
El sonido que emite la madera a cada pisada de los clientes mientras caminamos en silencio, me invita a construir una banda sonora para esa novela. El ejercicio consiste en cerrar los ojos y evocar el graznido de una gaviota o los chillidos de un albatros, el ulular del viento y las olas rompiendo en la quilla. Ahora, en lugar de ratones de biblioteca, somos marineros que perezosamente contemplamos el mar desde un navío del siglo XIX. Abro de nuevo los ojos, alcanzo la novela y empiezo a pasar las páginas distraídamente. Pero estar aquí rodeado de miles de libros, entre aromas que mezclan lo nuevo y lo viejo -algo mohoso, al que sólo le faltaría añadir un punto avinagrado- y esa novela, sobre todo esa novela, me llevan a otro lugar en calmada transición…

La última vez que vi a P.J. andaba arrastrando los pies, se detenía en todos los cubos de basura y revolvía en su interior. Empujaba un carrito de supermercado repleto de cartones y mantas sucias. Era un vagabundo más, algo corriente en estos tiempos.
Yo conducía la furgoneta del trabajo y ya iba retrasado con el reparto. De todas formas tampoco podía detenerme allí, la calle era de un sólo carril y hubiese detenido el tráfico.
Aminoré la marcha cuando llegué a su lado, pero en ese momento P.J. estaba totalmente entregado a la tarea de conseguir algunas monedas de una cabina de teléfonos. La estaba emprendiendo a golpes con ella usando una violencia impropia en él.
De ese episodio ya han pasado unos cuatro años y trece desde nuestra última conversación. No había vuelto a pensar en P.J. desde entonces.

Le conocí en la época que yo atendía en una vieja bodega del centro en la que sólo se vendía vino a granel. Ataviado con un delantal de color verde me pasaba el día entero leyendo novelas detrás del mostrador. Mi sueldo dependía de unos pocos clientes y de siete barriles de distintos vinos y licores. Era mi primera faena, la primera de una larga lista de trabajos mal pagados que siempre he aceptado porque, por encima de todo, me han permitido leer.
Aquel verano terminé mi caja de los libros pendientes y gané suficiente dinero para volverla a llenar y poder afrontar el invierno bien abastecido de clásicos. Eran títulos universales que hacían de mi momento de lectura una parte crucial de la jornada; una especie de cosquillas intelectuales, un cariño para la mente, una sensación casi erótica, una dosis de disfrute mental inconfundible. Sentía que recorría distancias, me empapaba de humanidad. Veía con más claridad.
Todas las mañanas, sin excepción, P.J. entraba con una garrafa de cristal que llenaba del vino tinto más barato, pagaba y se iba. Era un hombre pulcro, siempre bien afeitado, de unos treinta años, solitario y que siempre vestía de gris. No abría la boca mas que para dar los buenos días cuando llegaba y las gracias cuando le devolvía el cambio.
Es curioso, no recuerdo muchas de las conversaciones que mantuvimos, pero sí cuál fue la primera frase que me dijo. La recuerdo bien porque tiene que ver con mi novela favorita de aventuras.
P.J. señaló el libro que sostenía en mi mano izquierda mientras le estaba cobrando y después de preguntarme si me estaba gustando, me dijo que él estaba traduciendo otra obra del mismo autor.
Una editorial le había encargado la traducción de algunos relatos hasta entonces inéditos en nuestro país. Luego me prometió que me regalaría un ejemplar si a cambio yo le hacía algún descuento.
Al principio no le creí. Que estuviera traduciendo a un escritor tan importante -quizá el más grande de los novelistas norteamericanos de la historia- y que precisamente yo estuviera leyendo una de sus obras en ese momento, me parecía una casualidad algo forzada. Pero resultó ser todo cierto.
Pocos meses después, un día lluvioso del mes de abril, P.J. se acercó con un ejemplar que le acababa de llegar de la editorial y me lo regaló dibujando una sonrisa en su rostro. Se sentía orgulloso y tenía razones para estarlo. Era una edición muy bonita, olía bien -siempre huelo los libros- y el diseño de la cubierta era un detalle de “El jardín de las delicias” de El Bosco. Leí el título, el nombre del autor y del traductor, y ahí estaba P.J., y yo tenía el privilegio de tenerle justo a mi lado, de conocerle en persona.

Habíamos conversado mucho, aunque sólo a razón de unos diez minutos diarios y siempre sobre lo mismo: Chesterton, Melville, Dickens, Mark Twain... en fin, clásicos de la literatura. Aunque también hablamos de jazz. Sí, la música también le gustaba. Decía que para él era necesaria. Si quería escribir y concentrarse, era imprescindible poner discos de Miles Davis, McCoy Tyner, Grant Green o cualquiera de los muchos en los que Elvin Jones, su baterista favorito, apareciese en los créditos. A Love Supreme de John Coltrane me lo citó tantas veces, que terminé por rendirme e ir a una tienda de discos a encargarlo. Ahora es uno de los álbumes que más suena en mi equipo de música. Supongo que es un disco fundamental para cualquier amante del jazz.
John Coltrane murió muy joven, sólo tenía cuarenta años cuando un cáncer, a consecuencia del abuso del alcohol, acabó con él.
A pesar de que P.J. me contó esa parte de la vida de Coltrane, nunca me había hablado de sus problemas con el alcohol. Nunca hablamos de eso, ni de su familia ni de la mía ni nada relacionado con nuestras vidas. Sólo literatura y jazz mientras fumábamos un cigarrillo tras otro de mis cajetillas de Winston.
Ese día, el que me regaló el libro, después de quitarse el chubasquero y una vez se hubo secado las gotas de lluvia de sus gafas, me miró de forma distinta y me dijo que se iba por un tiempo, que necesitaba alejarse y dejar algunas cosas atrás. Me aseguró que estaría bien, iba a cuidar de él un viejo amigo de la infancia al que también le gustaba mucho la literatura. Le gustaba tanto Julio Cortázar que había bautizado con el título de uno de sus relatos la Casa Rural en la que vivían él y los niños errantes. El amigo se llamaba Julián y llamaba “niños errantes” a todos los que pasaban temporadas en La Casa Tomada.
Esa fue su primera y única confesión, y ya no volví a verle de nuevo hasta aquel fatídico día en el que luchaba por unas monedas contra una cabina.

Reprimiendo una enorme alegría, casi con lágrimas en los ojos, me acerco a la cajera con la novela entre mis manos. ¿Hacen descuento con la tarjeta de la biblioteca?
Entre olores a madera vieja y libros nuevos, hoy vuelvo a saber de él. En la cubierta del libro hay dibujado un barco ballenero y, en la tercera página como traductor y prologuista, aparece el nombre de P.J.
Esta vez no puedo esperar a que me lo regale.

Este relato está basado en hechos reales alterando pequeños detalles. Quiero dar las gracias a Karo por permitirme que le "sampleara" uno de sus posts del blog Libro_génica y por leer el borrador y darme su opinión.
Gracias también a Xivi por corregir partes del texto y a todos los que prestaron sus oídos en La Jam Literaria del 18/09/2011.

Stevie Ray Vaughan, apéndice

Hace pocos días escribí a propósito del aniversario de la muerte de Stevie Ray Vaughan: ¿Adivinan qué suena en casa? The House is rockin', en otra ocasión le dediqué un discos revisitados: #5. Discos Revisitados / Stevie Ray Vaughan and Double Trouble "In Step". A veces hablo de él aunque no venga muy a cuento o precisamente porque es un cuento: Carta a Dylan en su 70 aniversario.
Hoy he encontrado el complemento perfecto a estos breves posts. Se trata de un especial del programa La Madeja que se emite en Radio 3 dedicado al músico texano.
La Madeja es un programa donde se dan a conocer a los grandes de la música, lugares clave de determinados géneros y reflexiones sobre acontecimientos musicales. ¡A disfrutar!


Billie Holiday, Lady sings the blues

Mamá y papá eran un par de críos cuando se casaron. Él tenía dieciocho años, ella dieciséis y yo tres.
Así de contundente, sincera y directa es la primera frase que encontramos en las memorias de Billie Holiday que escribió en 1956 con la ayuda de su amigo y pianista William Dufty.
Su nombre real era Eleanora Fagan y se lo cambió por dos razones, le parecía demasiado largo y estaba loca por la actriz Billie Dove.
Su vida fue llevada al cine en 1972 basándose en estas memorias. La encargada de dar vida a Lady Day fue Diana Ross que obtuvo por ese papel una nominación al Oscar como mejor actriz. El título original de la película es el mismo que el del libro Lady Sings The Blues, pero en España se tituló El ocaso de una estrella.
La lectura de sus memorias te golpea en lo más hondo y te imprime algo que jamás lo borrará nada. Algo que será inevitable sentir de nuevo cuando escuches sus canciones.
Para empezar un intento de violación a los diez años (ella habla de intento pero se intuye o se lee entre líneas que sí hubo tal violación). En los años que le tocó vivir, ser mujer y además negra sólo atraía un sinfín de problemas. Por un tiempo estuvo a cargo de su prima Ida que la maltrataba a todas horas con cualquier excusa. Más tarde fueron las autoridades y su abuso de poder los que, hasta el día de su muerte, la quisieron doblegar.
Pero estamos delante de una mujer fuerte, valiente y muy inteligente. Sólo tenía diez años y ya trabajaba limpiando en distintas casas. Fue en una de ellas, en un burdel, donde escuchó por primera vez discos de jazz:
Supongo que no soy la única que oyó buen jazz por primera vez en un burdel. Pero nunca intenté sacarle partido. Si hubiese oído a Louis Armstrong y a Bessie Smith en una reunión de niñas exploradoras, me habría gustado lo mismo. Pero muchos blancos oyeron por primera vez jazz en casas como la de Alice Dean y contribuyeron a etiquetarlo como "música de burdel".
Billie Holiday tuvo una vida corta pero muy intensa. A pesar de todos sus problemas de drogadicción, la etapa de prostituta, las estancias en la cárcel y demás, escribió estas memorias tres años antes de morir con una estoicidad envidiable. Uno quiere escuchar su voz mientras lee sus idas y venidas. Y también quiere escuchar a Benny Goodman, Louis Armstrong, Count Basie y sobre todo a Lester Young entre muchos otros músicos que van apareciendo a lo largo de estas 224 páginas.
Hay anécdotas geniales de conciertos, encuentros con grandes figuras de la época: actores, directores, músicos... Acontecimientos curiosos con Orson Welles, Sarah Vaughan, Peggy Lee... El encuentro con Clark Gable merece un relato que bien podría escribir/reinventar Enrique Vila-Matas. También cuenta cómo eran las grabaciones, que muchos músicos no sabían leer partituras y de cómo improvisaban y, que aun y así, de todo ello surgían sesiones memorables. Habla de las discográficas y de cómo ya entonces, desde los años treinta, éstas se enriquecían a costa de los músicos. Desde 1933 hasta 1944 grabó más de doscientos cortes, pero no vio ni un dólar de royalties. Fue a partir de entonces -cuando grabó con otras discográficas- que empezó a ganar dinero en concepto de derechos de autor.
La relación con su madre da para otro libro de más de doscientas páginas. Desde que la trajo al mundo, con sólo trece años, Sadie Fagan fue vital para Billie. Sí, tuvieron alguna pelea, una de ellas por culpa del dinero fue de la que surgió la letra God Bless The Child. Pero también fue ella quien le quito de encima el hombre que la estaba intentando violar. No dudaba en cocinar para todos los músicos que pasaban por su casa su famoso pollo frito y a cualquier hora. Compartieron un tiempo vivienda ellas dos y Lester Young. Y cuando murió, con tan sólo 38 años, Billie se sintió responsable porque desde que su madre supo de su adicción a las drogas ya nunca fue la misma.
Pero este es, sobre todo, un libro de canciones. Cada capítulo lleva por título el de una canción. Podemos conocer cómo surgieron canciones como Lover man, Some other spring o Strange fruit (la canción que la llevó a la fama mundial y una de las más importantes que se han escrito nunca contra el racismo y de la que ella decía: “Esta canción consigue que la gente que está en orden se separe de los cretinos y los idiotas”).
Me han dicho que nadie canta la palabra "hambre" como yo. Ni la palabra "amor". Tal vez yo recuerde lo que quieren decir esas palabras. Ni todos los Cadillac y visones del mundo -y he tenido unos cuantos- pueden lograr que las olvide.

Boss nos aporta un enlace a una reseña de otra biografía que puede ser el complemento perfecto a las memorias escritas por Billie Holiday: Con Billie Holiday

¿Adivinan qué suena en casa? The House is rockin'

Hoy se cumplen 21 años desde aquel desgraciado accidente de helicóptero en el que murieron cinco personas, una de ellas Stevie Ray Vaughan.
Hoy no sabemos que sería de él ni qué estilo musical hubiese preferido, aunque en sus últimos discos vemos una cierta inclinación hacia el jazz. 
Empezó a ser conocido mundialmente a principios de los ochenta gracias a la inestimable ayuda de los Rolling Stones y David Bowie, aunque éste último en su propio interés y hubo una guerra de egos, cuando Bowie quiso prohibir las drogas o hacer que se vistiera, en palabras de Stevie, como un marica. Stevie con su mentalidad sureña no lo aceptó y abandonó la gira precipitadamente, dejando, eso sí, una valiosa colaboración en el disco Let's Dance. La verdad es que no me imagino a Stevie con mallas y dejando que Bowie lamiera las cuerdas de su guitarra emulando una felación. Pero había algo más, a saber: sueldo, que no aceptara que Double Trouble, su grupo, fuesen los teloneros de la gira, etc. Vaughan no toleró la actitud hipócrita de Bowie: yo me drogo tanto como quiero, pero los demás deben estar limpios.
Después de eso fue John Hammond, el mismo que descubriera a Billie Holiday, Bob Dylan o Bruce Springsteen quien le ofreció grabar para el sello Epic.
Pues eso, hoy en casa suena Stevie Ray Vaughan.
Desde 1990 he sido seguidor he intentando conseguir todo lo posible en vinilo y cd: rarezas, colaboraciones... Hoy en día es mucho más fácil, pero al principio gasté un dineral por discos que hoy se encuentran sin problema.
Hasta ahora presumía de conocer todo lo editado. Incluso, en mi primer viaje a Japón, compré un vinilo de Don Johnson (Heartbeat). Sí, no es para sentirse orgulloso, es uno de los peores discos, no ya en los que haya colaborado Stevie, sino de todo lo editado en la historia de la música. Pero así somos los seguidores y a veces queremos más, queremos seguir escuchando cosas nuevas donde aparezca tu ídolo... Aunque no estoy tan loco, sólo me costó 100 yenes, unas cien pesetas mal calculadas, un euro si aplicamos el redondeo al que nos hemos vistos sometidos.
Hace unas semanas mi suegro Pere me hizo un regalo de incalculable valor (sentimental por lo menos) cuando sacó de su colección de vinilos uno de un tal Bennie Wallace. Me preguntó si lo conocía, le dije que no y al ver en la portada el nombre de Stevie Ray Vaughan me quedé sin palabras. Me dijo que era mío, que me lo podía quedar.
Yo que he trabajado la mitad de mi vida laboral en tiendas de discos, que me he pateado medio mundo visitando muchas de ellas y otras de segunda mano, yo que visito los portales de segunda mano casi a diario, que investigo continuamente en Internet, yo que vivo en mi mundo solipsista... Yo desconocía Bennie Wallace y un álbum en el que Stevie toca en dos maravillosas piezas: All night dance y Troubled in mind. El disco además tiene colaboraciones de John Scofield y Dr John, lleva por título Twilight Time y está editado por el sello Blue Note en 1985. Una verdadera obra de arte que quiero compartir hoy, en el día que Stevie Ray Vaughan merece ser recordado como uno de los mejores guitarristas de la historia.



Borges cumpliría hoy 112 años

Últimamente se me llena la boca con Borges. El fin de semana pasado sin ir más lejos lo nombré a propósito de una cita de Stephen Hawking que nos contó @Gancedo. Y es que la sentencia que pronunció el propio Hawking en persona, parecía extraída de un relato de Borges. Decía así: “Quizás el tiempo sólo sea una herramienta creada por nuestro cerebro para ordenar las experiencias vividas”.
A decir verdad, yo sé muy poco acerca de Jorge Luis Borges. Hoy he conocido la fecha del aniversario de su nacimiento gracias al logo que Google ha utilizado para rendirle homenaje.
He leído dos de sus libros, algunos poemas y cuentos, y poca cosa más. También he de admitir que no siempre entendí lo que leí. Aun y así, leer a Borges es un placer. Vas leyendo y no quieres dejarlo aunque no comprendas lo que lees. Eso es algo que nos pasa a algunos lectores con ciertos escritores: nos gusta el ritmo, como suenan en nuestra cabeza las palabras que construyen frases y que van alimentando nuestra mente sin darnos cuenta.
Un ejemplo claro de lo que quiero decir lo encontré en el relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Y de ese relato copio y pego un fragmento, mi pasaje favorito, en el que uno tiene la sensación que de repente lo comprende todo, no sólo la narración, sino que también entiende o le pone palabras a una serie de ideas que ha adquirido a lo largo de su vida pero que nunca supo explicar demasiado bien. Incluso ahora que esas ideas o teorías tienen palabras (aunque las haya escrito otro) resulta difícil explicarlas. Por lo poco que conozco hasta ahora de su obra, puedo decir que para alguien como Borges eso era sencillo. La cita de Hawking que @Gancedo oyó en persona, demuestra que Borges se adelantó a su tiempo.

Hasta la frase "todos los aspectos" es rechazable, porque supone la imposible adición del instante presente y de los pretéritos. Tampoco es lícito el plural "los pretéritos", porque supone otra operación imposible... Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente*. Otra escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable. Otra, que la historia del universo -y en ellas nuestras vidas y el más tenue detalle de nuestras vidas- es la escritura que produce un dios subalterno para entenderse con un demonio. Otra, que el universo es comparable a esas criptografías en las que no valen todos los símbolos y que sólo es verdad lo que sucede cada trescientas noches. Otra, que mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre es dos hombres.

*Russell. (The Analisis of Mind, 1921, página 159) supone que el planeta ha sido creado hace pocos minutos, provisto de una humanidad que "recuerda" un pasado ilusorio.


Leer entero el relato Aquí

Sábado de segunda mano

La mañana del sábado pasado la dediqué a buscar libros y discos de segunda mano. No empleé el tiempo necesario que he dedicado en otras ocasiones, pero aun y así la hora en la tienda resultó fructífera y, por muy poco dinero (sólo 3,50 euros), me agencié tres libros y seis vinilos. Todo estaba en muy buen estado y, después de escuchar los vinilos, sólo hay uno que tal vez algún día lo volveré a vender. Por la tarde me tocaba trabajar y ya iba un poco justo de tiempo, así que decidí comer algo rápido en Barcelona y en algún sitio que me quedase cerca del trabajo.
Un sábado y en agosto... No voy a perder tiempo explicando cómo acabé en un restaurante chino. Apenas disponía de media hora para comer. Pero sí voy a resumir lo poco que capté de la conversación que mantenían, justo en la mesa de atrás, dos hombres de unos cuarenta años. Cuando llegué ya estaban charlando y el camarero, a pesar de que había poca gente en el local, me ofreció la mejor localidad para seguir un diálogo que, en ocasiones, parecía escrito para una película al estilo Pulp Fiction o Clerks, y en otras parecía que todo fuese una broma grabada con cámara oculta. Uno tenía acento extranjero y le pondré de nombre E. El otro diría que era de Barcelona y le pondré de nombre B. No me voy a inventar nada, sólo escribo lo que pude captar, de forma fragmentada, desde que llegué hasta que salí del restaurante. Por cierto, al salir y de camino al trabajo, me tropecé con el stencil de la foto.
Me siento, miro la carta, aunque ya sé lo que voy a pedir y el camarero también, algunos clientes somos demasiado obvios. Sin querer empiezo a prestar atención a lo que dicen E y B.
E- Sí tío, aquí hay putas de muchos países... Rumanas, Rusas, Sudamericanas, Africanas, Chinas...
B- ¿En Francia no hay?
E- ¿Putas?

A partir de ahí hablan en un tono más bajo y dejo de entender qué dicen hasta que empiezan a hablar de música.

B- Tío a tu padre le encantaría, suena genial. Es un amplificador a válvulas...
E- Sí tío, es así como debe sonar la música, en vinilo y con ese tipo de amplificadores... Una vez me dijo un chaval que entiende de alta fidelidad, que esa es la mejor manera...
B- Sí, tío, y los cables libres de oxígeno.
E- Sí tío, libres de oxígeno.
B- Además los discos de vinilo suenan mejor, aunque sean grabaciones en mono, el sonido tiene más cuerpo.
E- Acabo de comprar en Internet varios vinilos a un precio genial... Todo jazz...
B- ¿Qué dices tío? ¿En Ebay?
E- Sí en Ebay tío, es un puto vicio estoy enfermo..
B- Ja, ja, ja... estamos enfermos tío, es que claro, a veces empiezas y es tan fácil...
E- También compro monedas.
B- ¿Monedas?
E- Sí, colecciono monedas desde hace muchos años...
B- Pero ¿cómo sabes que no te estafan, que no son imitaciones?
E- Lo sé, tío, yo entiendo mucho del tema.
B- Sí, claro tío.
E- Mi padre flipó con lo de Frank Sinatra.
B- ¡Buah! es que lo pensé, tío, son de otra época, eso ahora no pasa, si lo pones en su contexto es la hostia. Estuvo en ese concierto, ¿no?
E- Sí tío, pero claro, Frank no firmaba nunca, así que todo lo que veas en Ebay es falso.
B- No jodas.
E- Sí tío, era el puto amo.
B- No me lo puedo creer, Frank Sinatra, tío... Esto la gente de hoy en día no lo valora...
E- Las monedas tío... Frank Sinatra tío... Vaya conversación ja, ja, ja...
B- Ja.. ja.. ja.. ¡Ah! gracias por el Iphone, tío, mi padre está flipando. Cuando ve que lo tiene todo ahí... las fotos, la música... La música ordenada por jazz vocal, jazz 50's,... tío...
E- ¡Y los vídeos! Me alegro que le gustase ¿Qué tal está?
B- ¿Mi padre? Está muy bien, mañana comemos juntos, ya verás cómo se alegra de verte...
E- Las putas, tío, aquí hay putas de muchos países tío...
 Acabé de comer, pagué y salí de allí... Vaya par... menudo diálogo.

Terrassa - Barcelona 06/08/2011

Destruir, dice

Creía que ya había leído "Destruir, dice" quince o dieciséis años atrás, pero no he recordado absolutamente nada mientras lo he vuelto a leer hoy. Así que, una de dos:
a) estaba equivocado.
b) tengo menos memoria de la que merezco para mi edad y más si consideramos mi entrenamiento mental.

Mientras escribo esta entrada estoy leyendo también "Escribir" de la misma autora. Y de ahí viene que quisiera volver a leer "Destruir, dice". No voy a profundizar sobre ninguna de las dos obras, ya hay en Internet páginas* con información sobre ellas, personas que se han dedicado a hacerlo antes y mucho mejor que lo haría yo.
A mí me interesan más las sensaciones. Porque leer a Duras es lo que tiene, transmite. No voy hacer aquí un chiste fácil adjetivando el tipo de sensaciones que transmite, tan sólo diré que esas sensaciones te hacen perder el equilibrio.
En Twitter hay cinco cuentas que sigo/me siguen y que bien podrían ser personajes de esa obra de teatro de Duras que es "Destruir, dice". Digo podrían porque de un tiempo a esta parte soy más solipsista que nunca y, como todo forma parte de mi mente, de momento no me incluyo en el reparto. Y digo de momento porque pronto todos los personajes Tuiteros se van a convertir en personas de carne y hueso. Vamos a compartir la lectura de un libro y después lo comentaremos en una cena (en un principio era sólo un café, pero la cosa se fue haciendo grande y no sería de extrañar que se acabe convirtiendo en una semana los seis, o los que se vayan añadiendo, pasándola todos juntos en un crucero en un maratón de libros. NOTA MENTAL: si fuese así me pido como lectura compartida la trilogía de Corfú de Gerald Durrell e ir a dicha isla griega).
Pero a lo que iba, el libro elegido por uno de los personajes ya está en mis manos. Se trata del escritor polaco Jerzy Pilch y la novela "Otros Placeres". La persona que lo ha elegido (de hecho todo empezó con ella, por recomendarnos algo de literatura polaca) es @Karostra y tiene un blog sensacional Libro_génica. Además, por su blog y sus tweets, me he dado cuenta de que es la persona que más sabe de Haruki Murakami y su obra de entre todas las personas que he leído que han  escrito sobre él.
En fin, sigo con mis divagaciones a propósito de Marguerite Duras. Hace poco, otro de los personajes tuiteros que forman parte de la obra, lanzó un tweet donde recomendaba una entrada en un blog* sobre "Escribir" de Marguerite Duras. El personaje es @Gancedo y se mostraba tan entusiasmado que obviamente entré, leí y lo quise también para mí. Curiosamente había allí un comentario de @Karostra y en la reseña se la cita como culpable, también esta vez, de descubrir al autor del blog dicho libro. O sea, muchas señales, y yo, como siempre, las sigo, nunca fallan. Total, que fui a comprar el libro de Pilch y saliendo de la librería me crucé por casualidad con Escribir. Lo demás está de más...
Por cierto, @Gancedo acaba de colaborar en el blog de @Karostra con una reseña sobre "El Fin Del Mundo y El Despiadado País de las Maravillas" de Haruki Murakami después de que hicieran una lectura conjunta que recomiendo leer.

 * reseña en el blog Libro_génica de Escribir
 * reseña en el blog Galletas Chinas de Escribir

David Bowie y Marianne Faithfull

Ya terminamos las vacaciones. La primera ronda.
Ahora toca ponerse al día; responder correos electrónicos, mensajes varios y consultar distintos blogs.
En Facebook y gracias a Manuel Vilas (otro de los escritores que siempre me lleva a descubrir cosas interesantes) disfruto de un vídeo en directo de David Bowie y Marianne Faithfull de 1973 en el que interpretan una magnífica versión del I Got You, Babe.
Pues eso; passeu passeu

Mil Violines de Kiko Amat

Cuando lo empecé a leer pensé que me hubiese venido bien un CD que lo acompañara con las canciones que va mencionando Kiko Amat en este maravilloso Mil Violines. Ahora mi opinión es algo distinta... Lo suyo sería algunos cassettes recopilatorios, pero ya no uso ni poseo platina, así que ya he empezado a buscar los temas y grupos que nunca he escuchado y que aparecen en estas crónicas sobre pop y humanos.
Hojeando el libro por encima decidí comprarlo sin dudar por razones obvias: Vonnegut, Brautigan, Bukowski, Morrissey, Astrud, El Último de la Fila, Joy Division, Miqui Puig, The Go-Betweens... Vonnegut otra vez... Todos en el mismo libro y además escrito por el autor de Cosas que hacen BUM.
Mil Violines ya es mi Libro de cabecera, si es que existe eso que llaman un libro de cabecera y que se entiende como libro que quieres consultar una y otra vez. Para mí este Mil Violines de Kiko Amat lo es y lo será durante mucho tiempo porque habla de música y libros, músicos y escritores. Habla de Breakdance, de Beat Street. Habla de la soledad del DJ. Habla de mí y de mis manías.
Soy Yo.
Puedo verme escribiendo casi todo lo que leo en este ensayo sobre el amor a la música. Viene a ser la parte que le faltaba al Alta Fidelidad de Nick Hornby para que me sintiera totalmente identificado con un libro que hable del amor por las cintas y por los discos. Sí ya sé, he dicho ensayo y no novela. Pero casi casi es novela. O que sea lo que quiera, me da lo mismo.
Hay muchas opiniones con las que no estoy de acuerdo, cuenta experiencias que yo no haría ni hubiese hecho con veinte años menos (hice otras), pero en el fondo de lo que habla este libro, que queda perfectamente resumido en estas frases del capítulo 8 y que da título al libro, sí me definen: "Me entristece cuando alguien confiesa abatidamente que nada le sorprende ya en el pop. ¿Vivir así? Debe ser terrible. Yo, en cambio, me sorprendo a menudo. Y me alegra sorprenderme. Me alegra no saber. Me alegra lo que queda por descubrir, me llena de expectación y euforia; pensar en todos esos libros y canciones aún por desenvolver.
No estar de vuelta de todo: qué suerte.
Ser un ignorante en algunas cosas: qué bien.
Estoy seguro de que son este tipo de cosas las que hacen que uno viva cien años. El mantener viva la curiosidad constante."

Carta a Dylan en su 70 aniversario

Foto Jordi Via
Querido Bob, o Robbie, o Mr. Zimmerman,

le escribo para desearle un feliz cumpleaños.
Al principio usted no me gustaba, y su música tampoco. Le hablo de cuando yo tenía 12 años. Y no es que estuviera en un error, no. Es que los gustos se van moldeando y en aquel entonces aún me quedaba mucho camino por recorrer, mucha música por escuchar, antes de llegar a emocionarme con sus canciones. Empecé a interesarme por usted, más seriamente, cuando publicó "Under The Red Sky", y sólo porque en ese disco colaboraba uno de mis héroes, el gran Stevie Ray Vaughan. Pero entonces ya había disfrutado bastante de muchos de sus temas más conocidos o de su anterior álbum "Oh Mercy" y, un año antes, con el primero de Traveling Wilburys. Ahora, cuando creo que he madurado, siento un enorme placer cuando leo y escucho sus canciones. Todavía faltan algunos de sus discos en mi colección, pero los que tengo los escucho a menudo. También quiero ver con calma "No Direction Home" de Martin Scorsese. Me han dicho que es un documental enorme, por eso lo compré aprovechando una oferta. Me hubiese gustado asistir a uno de sus conciertos, aún no he tenido oportunidad... También me gustaría leer su novela "tarántula". Un día de estos la pido como regalo. Se encuentra, sí, pero es muy cara, ya podrían haber hecho una edición de bolsillo con el tiempo que hace que la escribió... La cultura en este país nunca ha sido asequible como en otros y, aunque suene a excusa, espero que entienda que esa es la razón de que me costase tanto llegar a usted y a otros como usted (músicos y poetas e incluso escritores muy conocidos y consagrados). Y es que era muy difícil para un chaval escuchar, si no le quiere llamar buena música, sí otra música cuando era más joven en la radio. Aún hoy en día es complicado. Vivo en un país que aún lleva cierto retraso y en el que es más fácil que se considere cultura matar a un animal que reeditar un libro o escuchar en la radio a Tom Petty, John Mellencamp, The Allman Brothers o David Bowie... por no mencionar a leyendas de la talla de Woody Guthrie, que aunque no me guste, siento que es necesario escuchar de vez en cuando.
Eso sí, tenemos a listillos que se creen muy cultos y son de la opinión que lo que ellos leen y escuchan es lo bueno y que los demás están equivocados. Mire señor Zimmerman, me gusta usted y me gusta Astrud. Me gusta Miles Davis y me gusta el Italo disco. Estoy completamente seguro que más de una vez ha bailado algo de Michael Jackson o de Boney M. o de ABBA o algo por el estilo. No me imagino que se pase el día con esa pose tan seria escuchando sólo viejos discos de Woody Guthrie o Tom Waits o Memphis Slim o todo lo que pincha usted en Theme Time Radio Hour... No sé, hay momentos para todo ¿verdad? El otro día en casa con unos amigos nos echamos unas risas y nos animó bastante escuchar viejos discos de La Trinca. Se lo recomiendo, sobre todo el "A Collir Pebrots": Ai nena, si vols venir al camp a collir maduixes, vigila que quan t'ajupis se't veuran les cuixes...
Ya tiene una edad en la que se puede permitir ciertas licencias, podría musicar poemas de Bukowski, por ejemplo. O sonreír de vez en cuando. Yo también las he pasado putas, pero incluso en la peor de las situaciones se me ha escapado una sonrisa.
Ayer leí que cuando usted era joven tuvo problemas con las drogas y que tuvo tendencias suicidas... Si acepta un consejo no hable mucho de esas cosas, siempre habrá quien opine que son mejores las memorias que la obra de un artista.
Sople, pida un deseo, y sea feliz querido Robbie.
Como dice Ángel González: para vivir un año es necesario morirse muchas veces mucho

Somos tan iguales que duele...

Hoy huele peor que nunca... voy a encender incienso y sigo. MEJOR  AHORA, DONDE VA A PARAR...

Somos tan iguales que duele. Duele oír en boca de otros las mismas palabras que has utilizado tú para definir cómo te has sentido: dar el mismo adjetivo a un linfoma, esperar lo mismo y el mismo tiempo en una sala de espera, darte cuenta de lo valiente que eres y ser consciente que hasta entonces lo ignorabas... Sentir la misma repugnancia por ciertos olores, sabores, texturas... cagarte en todo por la falta de concentración que impide que leas como de costumbre... y a pesar de todas las trabas, tener una fuerza y energía positiva que sorprende y descoloca a partes iguales a los que te rodean. Quien lo probó lo sabe...

El grupo Suede de fondo. Con poco tiempo de diferencia murieron la madre y el padre del cantante y del guitarra respectivamente de cáncer. En el 89 cuando se formó el grupo murió la madre de Brett Anderson y en el 93 el padre de Bernard Butler, poco antes de que apareciera Dog Man Star, el segundo y para mí mejor trabajo de la banda.
Butler abandonó el grupo en el 94, así que las muertes de sus padres cerraron el círculo. La partida de Butler fue para un servidor la muerte de Suede.
Aunque para algunos puedo estar en un error. Como cuando considero a Bukowski un buen poeta.
La ventaja es que no estoy solo. No estamos solos. Por suerte hay opiniones distintas y siempre encuentras alguien con quien compartirlas.
La corrupción no sólo no se castiga sino que además se premia... ¿Están los valencianos equivocados? ¿Ha ganado el gran hermano? O, tal vez, obedezco yo a un gran hermano y soy yo el que erra...
Da igual, soy afortunado porque mi vida sigue. Quedan millones de cosas por hacer y tenemos la certeza de que no nos da tiempo a disfrutar las que ya hemos elegido. Así que dejemos de perderlo absurdamente. Leamos lo que nos apetezca y en el formato que nos salga de los huevos, bailemos, brindemos...  Yo dejo las pataletas para los niños mimados.
Sigo escuchando a Suede y leyendo el reportaje sobre ellos que aparece en el magazine Mojo de este mes. Viene con un CD de regalo de The Black Keys que me ha gustado mucho: suena grueso y funk y soul y a lo Jon Spencer Blues Explosion.

Ya huele mejor. Ya me siento mejor.

Un poema de Bukowski

Los que han leído poco a Bukowski o conocen algo de él sólo a través de su leyenda, llegan, normalmente, a una conclusión equivocada sobre el escritor y su obra. Se le suele recordar como un borracho misógino que sólo escribe guarradas. Algún día me explayaré más sobre esa terrible acusación, pero por lo pronto diré que fue un hombre muy culto y con mucho talento. Dejo hoy aquí uno de sus poemas más conocidos y que viene a cuento con todo lo que sucede estos días...


  NOSOTROS LOS DINOSAURIOS

nacidos así
para esto
sonríen las caras dibujadas con tiza
se ríe la Sra. Muerte
los ascensores se averían
los escenarios políticos se disuelven
el mozo del supermercado recibe un título universitario
los peces oleosos escupen sus oleosas presas
el sol se esconde tras una máscara

nacemos
así
para esto
para estas guerras cuidadosamente insensatas
para contemplar las ventanas rotas de la fábrica de la vaciedad
para los bares donde la gente ya no se habla
para las peleas a puñetazos que acaban en tiroteos y cuchilladas

nacidos para esto
para hospitales tan caros que resulta más barato morirse
para abogados que cobran tanto que resulta más barato declararse
       culpable
para un país donde las cárceles están llenas y los manicomios cerrados
para un lugar donde las masas elevan a los imbéciles a la categoría
       de héroes y millonarios

nacidos para esto
andando y viviendo en esto
muriendo por esto
enmudecidos por esto
castrados
viciosos
desheredados
por esto

engañados por esto
usados por esto
meados por esto
enloquecidos y enfermados por esto
convertidos en violentos
en inhumanos
por esto

el corazón se ennegrece
los dedos se dirigen al cuello
al arma
al cuchillo
a la bomba
los dedos imploran a un dios que no responde

los dedos se dirigen a la botella
a la pastilla
al polvo

nacemos a esta lastimosa devastación
nacemos bajo un gobierno que lleva endeudado 60 años
y que pronto no podrá ni siquiera pagar el interés de esa deuda
y los bancos arderán
el dinero no servirá para nada
se producirán asesinatos por la calle, a la vista de todos, que
      quedarán impunes
habrá armas y revueltas por todas partes
la tierra no servirá para nada
disminuirá la producción de alimentos
el control del poder nuclear estará en muchas manos
las explosiones sacudirán sin cesar la Tierra
hombres robot afectados por las radiaciones se acecharán unos a otros
los ricos y los elegidos lo observarán todo desde plataformas espaciales
el Infierno de Dante parecerá un juego de niños comparado con esto

no se verá el sol y siempre será de noche
los árboles se morirán
desaparecerá la vegetación
hombres afectados por las radiaciones devorarán la carne de otros
     hombres afectados por las radiaciones
el mar estará contaminado
los lagos y rios se volatilizarán
la lluvia será el nuevo oro

un viento oscuro esparcirá el hedor de los cuerpos putrefactos de
     hombres y animales

nuevas y horribles enfermedades asediarán a los últimos y escasos
     supervivientes
y las plataformas espaciales desaparecerán por consunción
por el agotamiento de las provisiones
por efecto de la decadencia general

y entonces reinará el silencio más hermoso que

se haya oído nunca

con el sol todavía oculto

a la espera del siguiente capítulo

(Charles Bukowski, Poemas de la última noche de la tierra)

Amor y Génesis / Tapas y cerveza

El pasado fin de semana estuvo genial. No tuvimos sol -lo buscamos en La Costa Dorada pero no apareció- y no nos importó. Porque teníamos una buena cena y una habitación con vistas al mar, en primera línea nada menos. El sábado por la mañana, durante el trayecto, escuchamos Puro Veneno de Kiko Veneno, artista menos conocido por el nombre de José María López Sanfeliu (Figueres 3 de abril de 1952).
Tal vez su música disipó nuestra tristeza. Estábamos tristes porque empezaba a llover y porque con lluvia en la playa no puedes leer ni tomar el sol.
Pero para animarnos teníamos ahí a Kiko y a los invitados de ese excepcional Puro Veneno del 98. Además dejó de llover y, a pesar de ser un día gris, teníamos una buena habitación y una gran oferta de bares donde comer tapitas y tomar cañas a un precio más que razonable.
Así que el sábado tuvimos día de lectura, cervezas y tapas, una buena cena y cava obsequio de la casa; brut nature no sé qué marca...
El domingo tuvimos un par de horas de sol y nos tumbamos en la playa con crema solar y todo.
Pero lo mejor es que pudimos hacer todo eso y leer.
Leímos los dos -por turnos- Génesis de Bernard Beckett. Una novela de apenas 150 páginas y de ciencia ficción-distopía. (Según wikipedia: distopía es una utopía donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal). Génesis es una de esas historias que tanto me gustan, como algunas de Philip K. Dick, La Pianola o Las Sirenas de Titán de Vonnegut, 1984 de Orwell, Un Mundo Feliz de Huxley o Nunca Me Abandones de Ishiguro.
No quiero contar nada porque es mejor no saber nada. Si me apuras está bien saber lo que cuenta la contraportada: En un futuro no muy lejano, una estudiante llamada Anaximandro se presenta al severo examen de ingreso en la Academia, el órgano de gobierno de una utópica sociedad en la que se ha criado...
En fin, una novela donde se mezclan el suspense y la acción con reflexiones muy profundas y filosóficas: "Te burlas de mí por la brevedad de mi vida, pero es precisamente ese miedo a morir lo que me infunde vida. Soy el pensador que piensa en el pensamiento. Soy curiosidad, soy razón, soy amor y soy odio. Soy indiferencia. Soy hijo de un padre, quien a su vez era hijo de otro padre. Soy la razón por la que mi madre reía y la razón por la que lloraba. Soy asombro y soy asombroso. Sí, el mundo puede pulsar tus botones cuando pasa por tu sistema de circuitos. Pero el mundo no pasa a través de mí. Se queda en mí."
Además de Génesis, leí muchas páginas, casi todas, del libro Amor de Manuel Vilas.


Un poemario que he terminado de leer ahora mismo, justo antes de decidirme a escribir este post. Se trata de su poesía reunida desde 1988 a 2010. En Amor podemos leer sus primeros poemas, la totalidad de sus poemarios hasta día de hoy: El Cielo (2000), Resurrección (2005) y Calor (2008), además de cinco poemas inéditos (2009-2010) y que en un principio debían aparecer en un nuevo poemario titulado precisamente Amor.
De Vilas sólo había leído Aire Nuestro y ya me sorprendió su particular forma de contar cuentos, casi poemas pensé entonces. O tal vez eran poemas. A mí me da lo mismo cómo se les quiera llamar. Me gusta leer algunos poemas como si fueran cuentos y viceversa.
La casualidad quiso que leyera en Calafell, entre muchos otros, uno titulado Costa Dorada, y que cuando llegamos a casa, mientras escuchaba el disco en vinilo del año 1977 Low de David Bowie, leyera el poema, también entre muchos otros, 1977, en el que además Vilas cita al duque. A mí me gusta especialmente Noticias de junio del año 2009. Lo voy a leer a menudo y va a ser mi recordatorio personal por razones que para mí y los que pasaron conmigo esas fechas son muy obvias. ¡Pero hay tantos poemas que merecen segundas, terceras y cuartas lecturas en Amor!: El nadador, La clase de lengua, El inmaduro, El Desconocido, Flores, Mujeres, Nueva York, Mazda 6, Resurrección, Amor... Hace pocos minutos he encontrado en YouTube un vídeo donde se puede visionar y escuchar, en voz del propio Manuel Vilas, los poemas Amor, Audi 100 y El inmaduro:

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