El Corazón es un Cazador Solitario, de Carson McCullers


No tengo por costumbre hablar mal de un libro que no me ha gustado. Suelo hacer reseñas de libros o discos que sí me gustan. Hay varios motivos por los que tomé esa decisión hace ya un tiempo. Uno de ellos es el respeto que se merece cualquier persona que ha dedicado e invertido mucho tiempo en crear una obra. Otro motivo es el respeto también, pero hacia los lectores que sí han disfrutado de una novela por la que yo no he sentido lo mismo. Y luego está mi autoestima, o prudencia, o llámalo cómo quieras, que me impide sentirme por encima de nadie.
Ahora bien, lo que sí he hecho es mostrar mi sorpresa por el auge, éxito desmesurado y elogios hacia una obra por la cual me he sentido totalmente indiferente; a diferencia de una gran mayoría de lectores, yo no me he conmovido, es más, me he aburrido y no he visto la calidad literaria que le otorgan. Estoy hablando de "La Muerte del Padre" de Karl Ove Knausgard.
No voy a hacer reseña, sólo decir que sí, que le reconozco que tiene algo que atrae, aún no sé qué es, pero nada más. Eso es lo que sentí y por eso sólo le di dos estrellas en Goodreads.
Después leí "Nou Contes" de Salinger, y Dios, cinco estrellas me parecen pocas (5 estrellas es la máxima puntuación en Goodreads). Y menuda suerte la mía, hice caso a Bukowski y después leí una de sus novelas favoritas: El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers.




A esta novela también le adjudico Cinco estrellas. Quizá debería puntuar algo menos por algún pequeño detalle que chirría un poco, pero debo admitir que parece más un error de traducción que no por parte de la autora.


La historia está muy bien escrita, los personajes son enormes, y los temas que toca siguen siendo tan vigentes que resulta imposible no sentir admiración por la joven de sólo veintitrés años que escribió esta novela. Parece mentira, pero aún existen los mismos problemas de soledad, identidad, alcoholismo, raciales, laborales etc... que en los años treinta del siglo pasado, que es cuando escribió McCullers esta historia. Situaciones que se van dibujando durante el transcurso de poco más de un año en la vida de los cinco personajes principales y que tocan fibras sensibles, con algún giro inesperado, un toque justo de humor, amor y desamor, rabia, anhelo y desesperanza, y que son narrados con una madurez y amplitud de miras envidiable. 

Como esta vez sí he subrayado muchas partes del libro, las corto y pego aquí para compartirlas y contagiaros un poco de mi entusiasmo:


Siempre es divertido observar cuánta gente puede reunirse procedente de ninguna parte cuando sucede algo fuera de lo corriente.

Había un tipo especial de música que le encogía el corazón cada vez que la oía. A veces, esta música era como trocitos coloreados de caramelo, y otras era la cosa más suave y triste que jamás imaginara.

Pero lo que quiero decir es esto: cuando una persona sabe, y no puede conseguir que los demás comprendan, ¿qué puede hacer? —Singer se esforzó en coger un vaso de vino, lo llenó hasta el borde y lo puso firmemente en la magullada mano de Jake— emborracharme, ¿eh? —dijo Jake con una sacudida de su brazo que derramó gotas de vino sobre sus blancos pantalones—. ¡Pero escuche! Dondequiera que uno mire, hay mezquindad y corrupción. Esta habitación, esta botella de vino de uvas, estas frutas de la cesta, son todos productos de ganancias y pérdidas. Nadie puede vivir sin prestar su aceptación pasiva a la mezquindad. Alguien tiene que agotarse por completo por cada bocado que comemos y cada pedazo de tela que llevamos puesto… y nadie parece darse cuenta. Todo el mundo está ciego, mudo, obtuso…, estúpido y mezquino.

—Cáscaras. Te estás haciendo un lío. Tú te refieres a los católicos. Los católicos le compran una pistola al niño en cuanto nace. Algún día los católicos piensan empezar una guerra y matar a todo el mundo.


—¡Hostia Omnipotente! ¡Supremo Poder del Universo! He hecho cosas que no debería haber hecho, y dejado de hacer las que sí debería. De manera que esto no puede ser verdaderamente el final.

¿Y cómo pueden los muertos estar realmente muertos si siguen viviendo en el alma de aquellos que dejaron detrás? 


Estaba caminando por entre una gran multitud…, como en las atracciones. Pero había algo oriental en la gente que lo rodeaba. El sol brillaba con terrible fuerza y la gente iba medio desnuda. Todos caminaban lenta y silenciosamente. Y en su cara había una expresión de hambre. No se oía ningún sonido; sólo estaba el sol y la silenciosa muchedumbre. Él caminaba entre ellos cargado con un enorme cesto tapado. Lo llevaba a alguna parte pero no podía descubrir el lugar donde dejarlo. Y en el sueño había un horror particular en deambular de un lado para otro a través de la gente sin saber dónde dejar la carga que transportaba en sus brazos durante tanto tiempo.