Cirkus Columbia fue la novela de debut de Ivica Djikić (1977). Publicada en el año 2004 recibió el premio Selimović y tuvo su versión cinematográfica en 2010 de la mano de Danis Tanović, el director de En Tierra de Nadie.
Aunque los hechos que acontecen en la novela suceden antes, durante y después de la guerra de los Balcanes, Cirkus Columbia no es un libro sólo sobre esa guerra.
En apenas 133 páginas se abren y ramifican decenas de historias y son contadas por varios narradores en distintas formas: novela, diario, cartas...
El estilo de Ivica Djikić es incisivo, irónico y hace gala de un gran sentido del humor -humor negro si se quiere- cuando describe las debilidades de los habitantes de una pequeña ciudad de provincias de Herzegovina. Djikić no se olvida de nadie y cuenta cómo niños, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres de diferentes clases sociales y etnias, después de convivir durante años sin ningún problema, se ven enfrentados de la noche a la mañana unos con otros. Así conocemos a los que se esconden, los desertores, los que se han convertido en asesinos, los resignados, los locos, los que deben huir -y entre ellos, los que a pesar del odio y la persecución a la que fueron sometidos, vuelven porque echan de menos su tierra-... Para todos hay alguna excusa, alguna razón que justifica su situación actual.
Amor, viejos rencores, instantes de felicidad, amistad y las curiosas peripecias de un gato llamado Bonny que es, además de la guerra, el hilo conductor de esta historia.
Copio y pego un par de fragmentos de esta novela (la parte de los cuadernos de Jako Ivanda) de la que me han entusiasmado su estructura, su historia y sus personajes:
La guerra (página 45)
La guerra empezó en la clase de Historia del Arte. Esa mañana gris la guerra entró en nuestra clase sobre las ocho. Estaba un poco nerviosa y las manos le temblaban ligeramente. Se parecía al director de nuestro instituto, Stanko Rubić, y dijo lo siguiente: "Queridos alumnos, según parece la guerra también ha llegado hasta nosotros. Id sin prisa a vuestras casas y ya os informaremos de cuándo podéis volver a clase. Hasta la vista".
Luego la guerra se extendió también a otros cursos, así que pronto todos volvimos a nuestras casas, serios y silenciosos. Era el 5 de abril de 1992. Al colegio no volvimos hasta el inicio del curso siguiente. Más adelante recordaré ese año de 1992 como el único año de instituto en el que no tuve que recuperar las matemáticas. Partiendo de eso podríamos llegar a la conclusión de que la guerra también puede aportar algo bueno.
Los serbios (página 46)
...yo realmente desconocía que en nuestra ciudad también vivían serbios. No lo sabía porque hasta aquel momento nadie me había dicho que alguien fuera serbio. Tampoco me habían dicho que alguien fuera musulmán, gitano o albanés, aunque yo lo sabía por sus nombres y más o menos sabía que nosotros, los católicos, nos diferenciábamos de los musulmanes, gitanos o albaneses -además de por los nombres- en que ellos celebraban el Bayram y nosotros la Navidad, en que ellos acudían a la mezquita y nosotros a la iglesia, en que nosotros hacemos sonar las campanas mientras que a ellos les llama el muecín, en que ellos se circuncidan y nosotros no. Y eso a grandes rasgos era todo lo que sabía sobre nuestras diferencias. Quizá había alguna cosa más, pero por lo demás éramos casi iguales: hablábamos completamente igual, nos vestíamos igual, nuestras madres nos preparaban los mismos platos y pasteles, todo igual.
Cirkus Columbia, Autor: Ivica Djikić
Editorial: Sajalín Editores
Traducción: Maja Drna
Richard Yates, una novela de Tao Lin
Cuando veo una película, estoy delante de una obra de arte o leo una novela, rasco un poco más de lo que se observa a simple vista, de lo que parece que sólo ofrecen sus autores en primer término. Escarbo porque ya me he llevado muchas sorpresas y porque me gusta. Creo que empecé a leer e ir al cine de forma distinta a partir de Lost Highway (Carretera perdida) de David Lynch. Recuerdo que al día siguiente del estreno ya se hacían bromas en los programas de radio, me parece que fue Buenafuente quien preguntó a sus oyentes, con su particular sarcasmo, si habían entendido la película. Ahora, casi 15 años después, estoy seguro que es mucho más fácil entender el argumento porque fue el punto de partida a otras películas o series que se concibieron, y se conciben, de forma similar. Yo soy fan de Carretera Perdida, la he visto decenas de veces y, hace poco, en un viaje por la costa oeste, nos desviamos unos cien kilómetros de la ruta para visitar el Lost Highway Hotel. Pero sobre todo soy fan de una frase de Fred Madison (Bill Pullman): me gusta recordar las cosas a mi manera, no necesariamente como han pasado. Y es que esa frase es la mejor pista para entender, no sólo Carretera Perdida, sino muchas otras películas de fugas psicogénicas que llegaron después.
Esto que sigue va a ser muy redundante, pero me viene así: hay finales controvertidos como el de la novela “Fin” de David Monteagudo o el de la serie Lost que reciben críticas feroces por parte de los que, durante la lectura de una, o, los seis años que han sentido devoción por la otra, han disfrutado mucho pero creen que les han tomado el pelo con el final. ¿Quién toma el pelo? ¿El escritor a sus lectores? ¿Los personajes? Un artista hace y se expresa como quiere. A ver si de una vez entendemos que no podemos juzgar cómo ha creado su propia obra. Si el artista no tiene libertad creativa acabaremos asistiendo a un maldito cliché. Luego está el gusto personal de cada uno y las ganas de leer entre líneas o buscar, escarbar, rascar un poco y sacar más jugo. Me gustan las novelas de Paul Auster, Haruki Murakami o películas como Lost Highway de David Lynch porque suelen crear pasadizos secretos, bifurcaciones y, a eso, muchos lo llaman final abierto. ¡Cómo me gusta toparme con un argumento que deje dudas, que pueda tener varias lecturas, varios finales distintos!
Pero estamos en la era en la que todo el mundo quiere respuestas y soluciones rápidas a todo. No se valora el misterio, el hacerse preguntas es algo obsoleto y cada vez el público es más crítico, cínico y obtuso.
Richard Yates de Tao Lin es una novela que recibe aplausos y abucheos a partes iguales y es de las que, para mí, tiene varias lecturas. De entrada ya advierto a la gente que opina que Bob Dylan no es un escritor y mucho menos alguien que merezca recibir un Nobel de literatura, o a los que sólo leen a los grandes de la literatura universal, que no se acerquen a esta obra si no quieren perder los estribos.
Tengo que dar las gracias a mi amigo @gancedo por regalármela y por confiar en que me gustase. Ha acertado. Y sí, tiene razón cuando dice que el estilo de Tao Lin llega a irritar pero que es brillante al fin (que no el final. Los que siempre esperan un final cerrado también pueden obviar esta novela desde ya).
No voy a descubrir nada ni tampoco intento demostrar que detrás de Richard Yates hay mucho más de lo que se lee. Aunque sin esforzarme he encontrado en Internet información que da pie a pensar que el argumento es una historia viva, que aún continúan los diálogos ahora mismo entre los protagonistas, Haley y Dakota, y que no son otros que los del propio Tao Lin con Ellen Kennedy.
Ellen Kennedy (1989) vive en Boston, EEUU. Es autora del libro de poemas Sometimes My Heart Pushes My Ribs (Muummuu House, 2009) y de varios e-books en solitario o escritos a cuatro manos con Tao Lin.
Aunque lo más probable es que todo forme parte de la misma obra de teatro, que se dejen llevar por la imaginación y simulen ser dos adolescentes hablando por chat y que de ahí venga la inspiración. En cualquier caso Tao Lin da un tirón de orejas a nuestra sociedad de consumo, un toque de atención para hacernos ver que todos actuamos como lo hacemos por alguna razón. El aburrimiento, los intentos de suicidio, los trastornos alimentarios, la irascibilidad, la alienación, la frustración, todos estos temas aparecen en la novela y no sólo es cosa de adolescentes, también, en gran medida, los sufren los adultos. Toda acción que afecta a nuestra estabilidad emocional, decisiones que otros toman en nuestro lugar, por ejemplo, dejan una profunda huella en nuestra vida y tiene sus consecuencias. Me atrevo a decir que es de eso de lo que trata Richard Yates.
Tao Lin:
Hay muchas cosas en mis libros que son "verdaderas". "La gente debería leer mis libros" para aprender acerca de mí, creo. No estoy tratando de promover mis libros en este momento, realmente creo que la gente puede aprender más acerca de mí leyendo mis libros.
El blog de Tao Lin
Ellen Kennedy
I Like Every Time We Have Sex by Ellen Kennedy
Esto que sigue va a ser muy redundante, pero me viene así: hay finales controvertidos como el de la novela “Fin” de David Monteagudo o el de la serie Lost que reciben críticas feroces por parte de los que, durante la lectura de una, o, los seis años que han sentido devoción por la otra, han disfrutado mucho pero creen que les han tomado el pelo con el final. ¿Quién toma el pelo? ¿El escritor a sus lectores? ¿Los personajes? Un artista hace y se expresa como quiere. A ver si de una vez entendemos que no podemos juzgar cómo ha creado su propia obra. Si el artista no tiene libertad creativa acabaremos asistiendo a un maldito cliché. Luego está el gusto personal de cada uno y las ganas de leer entre líneas o buscar, escarbar, rascar un poco y sacar más jugo. Me gustan las novelas de Paul Auster, Haruki Murakami o películas como Lost Highway de David Lynch porque suelen crear pasadizos secretos, bifurcaciones y, a eso, muchos lo llaman final abierto. ¡Cómo me gusta toparme con un argumento que deje dudas, que pueda tener varias lecturas, varios finales distintos!
Pero estamos en la era en la que todo el mundo quiere respuestas y soluciones rápidas a todo. No se valora el misterio, el hacerse preguntas es algo obsoleto y cada vez el público es más crítico, cínico y obtuso.
Richard Yates de Tao Lin es una novela que recibe aplausos y abucheos a partes iguales y es de las que, para mí, tiene varias lecturas. De entrada ya advierto a la gente que opina que Bob Dylan no es un escritor y mucho menos alguien que merezca recibir un Nobel de literatura, o a los que sólo leen a los grandes de la literatura universal, que no se acerquen a esta obra si no quieren perder los estribos.
Tengo que dar las gracias a mi amigo @gancedo por regalármela y por confiar en que me gustase. Ha acertado. Y sí, tiene razón cuando dice que el estilo de Tao Lin llega a irritar pero que es brillante al fin (que no el final. Los que siempre esperan un final cerrado también pueden obviar esta novela desde ya).
No voy a descubrir nada ni tampoco intento demostrar que detrás de Richard Yates hay mucho más de lo que se lee. Aunque sin esforzarme he encontrado en Internet información que da pie a pensar que el argumento es una historia viva, que aún continúan los diálogos ahora mismo entre los protagonistas, Haley y Dakota, y que no son otros que los del propio Tao Lin con Ellen Kennedy.
Ellen Kennedy (1989) vive en Boston, EEUU. Es autora del libro de poemas Sometimes My Heart Pushes My Ribs (Muummuu House, 2009) y de varios e-books en solitario o escritos a cuatro manos con Tao Lin.
Aunque lo más probable es que todo forme parte de la misma obra de teatro, que se dejen llevar por la imaginación y simulen ser dos adolescentes hablando por chat y que de ahí venga la inspiración. En cualquier caso Tao Lin da un tirón de orejas a nuestra sociedad de consumo, un toque de atención para hacernos ver que todos actuamos como lo hacemos por alguna razón. El aburrimiento, los intentos de suicidio, los trastornos alimentarios, la irascibilidad, la alienación, la frustración, todos estos temas aparecen en la novela y no sólo es cosa de adolescentes, también, en gran medida, los sufren los adultos. Toda acción que afecta a nuestra estabilidad emocional, decisiones que otros toman en nuestro lugar, por ejemplo, dejan una profunda huella en nuestra vida y tiene sus consecuencias. Me atrevo a decir que es de eso de lo que trata Richard Yates.
Tao Lin:
Hay muchas cosas en mis libros que son "verdaderas". "La gente debería leer mis libros" para aprender acerca de mí, creo. No estoy tratando de promover mis libros en este momento, realmente creo que la gente puede aprender más acerca de mí leyendo mis libros.
El blog de Tao Lin
Ellen Kennedy
I Like Every Time We Have Sex by Ellen Kennedy
Miscelánea
DE VUELTA:
Ya estamos de vuelta y, como sucede siempre después de un viaje, tengo que esforzarme por no narrar tópicos a decenas.
Así que poco diré, sólo que:
-No ha sido un viaje duro, (al menos no tan duro como pensé que sería antes de partir) o, tal vez, es que estoy más en forma que nunca... no lo sé.
-Que siguen en mí los olores, los cielos (amaneceres y atardeceres), las estrellas, el tacto de su gente, los sonidos de África; el sabor pichiviri pichiviri y una canción en un dialecto que desconozco, por tanto, aunque quisiera, no puedo transcribir la letra.
-Y también, como olvidarlo, que conocimos a gente genial con la que hemos reído y compartido experiencias que aún me ponen la carne de gallina: que pasen delante de ti una manada de elefantes de todos los tamaños después de darse un baño en el río a las cinco de la mañana y en absoluto silencio, es una de ellas.
SORPRESAS:
-Ayer me llevé una enorme sorpresa cuando abrí el buzón. Una de esas sorpresas que todos deberíamos sentir de vez en cuando; como cuando éramos niños. En el remite un nombre conocido. Dentro del sobre un libro: Richard Yates de Tao Lin. En la primera página una dedicatoria:
Amigo Jordi, reconozco que su estilo llegó a irritarme pero, al fin, fue brillante. Espero que te guste. Tu visible amigo @gancedo.
Ya sólo por cómo ha llegado a mí, va a ser una novela muy especial. Muchas gracias, Rafa.
-Hoy, hace sólo un par de horas, me ha llegado otra magnífica sorpresa. Se trata de otro libro, la noticia de la publicación de otra antología de cuentos del gran Kurt Vonnegut. 16 relatos inéditos que edita Sexto Piso, los mismos que se encargaron de hacernos llegar Mire al pajarito. La nueva colección de cuentos de Vonnegut ya está en las librerías y lleva por título Mientras los mortales duermen.
Con el estilo sencillo y directo característico de Vonnegut, y acompañados de sus habituales dibujos en tinta, Mientras los mortales duermen es un regalo inesperado para los lectores.
«Un recuerdo precioso de la maliciosa voz moral que perdimos cuando perdimos a Kurt Vonnegut.»
San Francisco Chronicle
«Vuelve Kurt Vonnegut, y eso no nos convierte en mejores personas, pero sí mejora nuestras vidas.»
Rodrigo Fresán, ABC Cultural
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