Richard Yates, una novela de Tao Lin

Cuando veo una película, estoy delante de una obra de arte o leo una novela, rasco un poco más de lo que se observa a simple vista, de lo que parece que sólo ofrecen sus autores en primer término. Escarbo porque ya me he llevado muchas sorpresas y porque me gusta. Creo que empecé a leer e ir al cine de forma distinta a partir de Lost Highway (Carretera perdida) de David Lynch. Recuerdo que al día siguiente del estreno ya se hacían bromas en los programas de radio, me parece que fue Buenafuente quien preguntó a sus oyentes, con su particular sarcasmo, si habían entendido la película. Ahora, casi 15 años después, estoy seguro que es mucho más fácil entender el argumento porque fue el punto de partida a otras películas o series que se concibieron, y se conciben, de forma similar. Yo soy fan de Carretera Perdida, la he visto decenas de veces y, hace poco, en un viaje por la costa oeste, nos desviamos unos cien kilómetros de la ruta para visitar el Lost Highway Hotel. Pero sobre todo soy fan de una frase de Fred Madison (Bill Pullman): me gusta recordar las cosas a mi manera, no necesariamente como han pasado. Y es que esa frase es la mejor pista para entender, no sólo Carretera Perdida, sino muchas otras películas de fugas psicogénicas que llegaron después.
Esto que sigue va a ser muy redundante, pero me viene así: hay finales controvertidos como el de la novela “Fin” de David Monteagudo o el de la serie Lost que reciben críticas feroces por parte de los que, durante la lectura de una, o, los seis años que han sentido devoción por la otra, han disfrutado mucho pero creen que les han tomado el pelo con el final. ¿Quién toma el pelo? ¿El escritor a sus lectores? ¿Los personajes? Un artista hace y se expresa como quiere. A ver si de una vez entendemos que no podemos juzgar cómo ha creado su propia obra. Si el artista no tiene libertad creativa acabaremos asistiendo a un maldito cliché. Luego está el gusto personal de cada uno y las ganas de leer entre líneas o buscar, escarbar, rascar un poco y sacar más jugo. Me gustan las novelas de Paul Auster, Haruki Murakami o películas como Lost Highway de David Lynch porque suelen crear pasadizos secretos, bifurcaciones y, a eso, muchos lo llaman final abierto. ¡Cómo me gusta toparme con un argumento que deje dudas, que pueda tener varias lecturas, varios finales distintos!
Pero estamos en la era en la que todo el mundo quiere respuestas y soluciones rápidas a todo. No se valora el misterio, el hacerse preguntas es algo obsoleto y cada vez el público es más crítico, cínico y obtuso.

Richard Yates de Tao Lin es una novela que recibe aplausos y abucheos a partes iguales y es de las que, para mí, tiene varias lecturas. De entrada ya advierto a la gente que opina que Bob Dylan no es un escritor y mucho menos alguien que merezca recibir un Nobel de literatura, o a los que sólo leen a los grandes de la literatura universal, que no se acerquen a esta obra si no quieren perder los estribos.
Tengo que dar las gracias a mi amigo @gancedo por regalármela y por confiar en que me gustase. Ha acertado. Y sí, tiene razón cuando dice que el estilo de Tao Lin llega a irritar pero que es brillante al fin (que no el final. Los que siempre esperan un final cerrado también pueden obviar esta novela desde ya).
No voy a descubrir nada ni tampoco intento demostrar que detrás de Richard Yates hay mucho más de lo que se lee. Aunque sin esforzarme he encontrado en Internet información que da pie a pensar que el argumento es una historia viva, que aún continúan los diálogos ahora mismo entre los protagonistas, Haley y Dakota, y que no son otros que los del propio Tao Lin con Ellen Kennedy.

Ellen Kennedy (1989) vive en Boston, EEUU. Es autora del libro de poemas Sometimes My Heart Pushes My Ribs (Muummuu House, 2009) y de varios e-books en solitario o escritos a cuatro manos con Tao Lin.

Aunque lo más probable es que todo forme parte de la misma obra de teatro, que se dejen llevar por la imaginación y simulen ser dos adolescentes hablando por chat y que de ahí venga la inspiración. En cualquier caso Tao Lin da un tirón de orejas a nuestra sociedad de consumo, un toque de atención para hacernos ver que todos actuamos como lo hacemos por alguna razón. El aburrimiento, los intentos de suicidio, los trastornos alimentarios, la irascibilidad, la alienación, la frustración, todos estos temas aparecen en la novela y no sólo es cosa de adolescentes, también, en gran medida, los sufren los adultos. Toda acción que afecta a nuestra estabilidad emocional, decisiones que otros toman en nuestro lugar, por ejemplo, dejan una profunda huella en nuestra vida y tiene sus consecuencias. Me atrevo a decir que es de eso de lo que trata Richard Yates.

Dibujo de Ellen Kennedy "Dakota Fanning le mandó a Haley Joel Osment dibujos hechos con Microsoft Paint en los que salía Werner Herzog flotando en el espacio exterior y pensando:"tengo demasiada experiencia en este negocio como para acabar así"
Después de terminar de leer las poco más de doscientas páginas de Richard Yates, me quedé absorto mirando por la ventanilla del vagón del tren mientras resbalaban gotas de lluvia por el cristal y escuchaba por los auriculares a The Wave Pictures. Pensé: qué sencillo es escribir un libro, que te lo publiquen y que además te comparen con Kurt Vonnegut o Bret Easton Ellis y que te apoden el Kafka de la generación Facebook. Pero no. No es tan fácil dotar de una personalidad única a cada uno de los personajes. Y si el lenguaje es sencillo es porque Tao Lin habrá pensado que esa era la mejor fórmula; los adolescentes hablan entre ellos de ese modo a través de emails o en facebook, y si encontramos frases cortas y sencillas se hacen más creíbles los diálogos y la narración.

Tao Lin:
Hay muchas cosas en mis libros que son "verdaderas". "La gente debería leer mis libros" para aprender acerca de mí, creo. No estoy tratando de promover mis libros en este momento, realmente creo que la gente puede aprender más acerca de mí leyendo mis libros.

El blog de Tao Lin
Ellen Kennedy
I Like Every Time We Have Sex by Ellen Kennedy

7 comentaris:

  1. Un dels motius que fa que gaudeixi tant anant al cine és quan tenim la sort de trobar un final de pel·lícula que desencadeni una discussió, un "runrun" de totes les idees que creiem que ens han volgut comunicar i que cadascú les interpreti a la seva manera.
    El mateix em passa amb els llibres (però naturalment la sincronització de la lectura és més difícil...)
    Un petonet!

    ResponElimina
  2. Has hecho que me proponga ver Carretera Perdida. Te aseguro que un buen amigo lleva años intentándolo.
    Además coincidimos en la forma de aproximarnos a una novela, y en el gusto por las historias con "afluentes".
    Eso sí, por más que lo intento, la novela de Tao Lin no me llama nada de nada.

    ¡Un saludo!

    ResponElimina
  3. Sí Xivi, estic totalment d'acord amb tu. Gràcies per deixar el comentari ;) petons!

    ResponElimina
  4. ¿Qué tal Rober? ¿Ya la has visto? Cuando la veas me comentas qué te pareció.
    ¿Has visto que hay nuevo libro de relatos del maestro Vonnegut?
    Un abrazo y gracias por dejar el comentario.

    ResponElimina
  5. La vi este domingo con unos amigos que ya la habían visto varias veces (de hecho el anfitrión tiene las cortinas de satén rojo en honor al bueno de David). Disfruté mucho de algunos momentos, y en general me gustó. Eso sí, casi me cuesta el divorcio ;)

    Todavía no me he hecho con el nuevo de Kurt, pero caerá. Igual para reyes

    ResponElimina
  6. Me cruzo con este libro. Lo rechazo. Lo acojo. Lo observo. Ojeo y hojeo. No sé si es "estafa posmodernista" o "retrato certero de la Era de la Incomunicación".

    Estaré al tanto. Por si alguna de las dos posturas opuestas decide equilibrar la balanza a su favor.

    Fantástica reseña.

    PD: Yo también soy de los que piensan que 360º son demasiado pocos.

    ResponElimina
  7. Roberto, me alegro que por fin visionaras Carretera Perdida. No sabes cómo te envidio. Porque las sensaciones que tuve la primera vez ya no volverán...

    Amigos de Pons Idiomas, gracias por la información. Les agradecería aún más un ejemplar para así poder recomendarlo a mis amigos y amigas. ;)

    Escala reducida, muchas gracias por tu visita y el comentario. Justo ayer estuve pensando que esta misma novela escrita diez años atrás, bien podría ser una distopía. Pero, claro, ahora sólo puede parecer, para algunos, una obra menor y una tomadura de pelo. A mí me sigue pareciendo una buena novela que esconde más de lo que muestra y hace creíble a sus personajes precisamente por la sencillez de su narración.

    ResponElimina