Recuerdo por igual la niebla, el olor a leña ardiendo y las filas y filas de bombillas alineadas y de distintos colores iluminando las calles. Los escaparates, también iluminados, en los que dejaba una huella grasienta en los cristales después de apoyar en ellos mi frente, ofrecían algo que jamás podría obtener (ni siquiera creyendo en la magia de esas fechas). Vestía pantalones de pana, leotardos, camiseta de invierno de la marca Damart, jersey de lana, anorak y guantes de portero de fútbol que, como ocurría con casi toda mi ropa, me iban grandes. Cargaba una maleta repleta de libros y libretas que pesaba una barbaridad -tanto para un niño de nueve años como para un hombre de treinta era un peso excesivo y fatal para la espalda-.
En el cine viejo ya habían cambiado los carteles. El domingo iría a ver una de Bruce Lee, como casi todas las semanas, y una de Bud Spencer y Terence Hill. Un domingo de tortazos y risa.
El cine, el colegio y los libros de aventuras borraban los días amargos. Las ausencias.
Los demás niños intercambiaban cromos en los que aparecían jugadores de fútbol de los que yo no conocía ningún nombre, apenas sí conocía dos o tres equipos. También jugaban al deporte rey y yo lo veía todo desde la ventana mientras escuchaba la radio y pasaba despacio, muy despacio, las páginas de un ejemplar de la revista Cimoc. Cuando muera no me llevéis flores, haríais mucho mejor si me las dais ahora.
doncs jo recordo que just ahir la nit parlava amb la Marta que feia molt que no sabíem de vosaltres i això que aquesta setmana ens hem felicitat virtualment amb la Sílvia.
ResponEliminaUna abraçada molt i molt gran!!
Una abraçada Rits! Bones festes guapa! És cert portem massa temps sense veure'ns... Ja toca ;)
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