Llega mi estación después de bailar en sueños con Cracker

Qué se puede escribir sobre la lluvia que no se haya escrito ya. Se ha hablado mucho sobre el fenómeno, y no siempre mal, en infinidad de canciones, poemas, cuentos, películas y en los diarios; sobre todo en el parte meteorológico bajo el recurrente título de El Tiempo.

Cuando viajo en tren en un día de lluvia mi mente viaja a Japón.
Mi cuerpo por un lado, mi cabeza por otro.
Mis sueños japoneses se parecen mucho más a los momentos de "La Caza del Carnero Salvaje" de Murakami que a los de "Mapa de los Sonidos de Tokio" de Coixet, pero no por las razones obvias sino porque el primer guión es más sobrenatural y cercano a la naturaleza y el segundo menos natural y más lejano a la naturaleza.



Para que mis abstracciones sean tan reales también aparecen tiendas de discos y sonidos estridentes procedentes de los establecimientos de Shibuya, y flipo con las máquinas expendedoras donde uno puede comprar ese delicioso y refrescante té verde que ya podrían hacernos llegar por aquí como nos hacen llegar la Coca-cola. Pero lo que más me gusta de mis sueños japoneses es que paseo durante horas y no me canso nunca porque es un sueño y porque es Japón y porque bajo una fina lluvia entre jardines y templos oyendo el ruido que hacen las piedras del camino al pisarlas, inspiro profundamente y siento algo que jamás he sentido en otro lugar.

Esa sensación vuelve a mí en los días de lluvia cuando observo desde la ventanilla del tren casas de madera semi escondidas entre el follaje de árboles y arbustos y plantas de todo tipo difuminadas por el efecto de la cortina de agua que va cayendo lentamente sin cesar y por culpa también de mi reciente astigmatismo. Cada vez que se abren las puertas del vagón y llega a mí el olor a humedad del bosque y en mi mp3 suena Bill Callahan... ¡Bill Callahan! ejem... no no no, me encanta esta canción de verdad, "Too many birds"... pero ahora no toca... en fin, uno pierde el hilo con cierta facilidad y... ¿qué? Ahora, ahora... ¡Cracker! ¡Brutal! que discazo el de David Lowery y compañia: "Sunrise in the Land of Milk and Honey"... Si empezase a sonar ahora mismo aquí, en este tren lleno de caras largas y mala folla (sólo sonrío yo y sólo cuando leo a Woody Allen), el "Turn on Tune In Drop Out With Me" empezaría a saltar y a cantar como en los (no tan viejos) tiempos en el Comanou cuando, casi todos los fines de semana, pinchaba una canción que me volvía loco y salía a bailar a la pista en mitad de clientes y amigos y nunca disfruté tanto bailando como entonces y...  PROPERA ESTACIÓ PROVENÇA ...llega mi estación... se acaba mi abstracción... empieza la canción... aún quedan seis minutos a recorrer a pie antes de que aparezca ante mí la Casa Milà y abandone por unas horas los sueños...

¿sSSueños?

2 comentaris :

  1. Que maco Jordi..poder gaudir així d'un record quan plou un petó

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  2. Hi ha molta gent que quan fa un dia gris o plou es queixen i es posen de mal humor. A mi m'agraden molt els dies assolellats, però noia, tenim més dies de sol que grisos, per tant els dies diferents i especials per a mi són els de pluja ;) Petons guapa!

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