No sé cómo me vi envuelto en tal embolado. De camino a casa iba pensando en los acontecimientos de la noche y me maldecía por ser siempre tan cuidadoso, tan educado. Es el rasgo de mi carácter que más detesto y que no consigo derribar, ni siquiera en sueños. Si hubiese sido sólo un poco quisquilloso el tipo negro, alto y fornido no me echa de allí seguro. No me acobardé, no, no es eso. Me quedé quieto sin saber qué hacer, como si admitiera mi fechoría. El sudor empapaba mi camiseta y empezaba a marearme. No son excusas. Tuve el tiempo suficiente para pedirle a Silvia, antes de que el guardaespaldas me acompañara amablemente a la puerta de salida, que recuperara mi cámara fotográfica que estaba ahora en poder de Miles Davis. Un anacronismo brutal; ¡una cámara de 12.1 megapíxeles en manos del gran Miles Davis!
Pocos minutos antes de que Miles me requisara la cámara una señora quiso entablar conversación conmigo dejando en mal lugar al trompetista asegurando que el próximo concierto del festival iba a ser mucho mejor del que, justo ahora, estaba empezando. Decía que Miles estaba acabando con el jazz, que ahora hacía sólo música electrónica y que lo bueno de verdad se vería al día siguiente cuando en la misma sala apareciese Lou Donaldson. Yo, cauto como soy, le prestaba atención educadamente perdiendo el hilo de la conversación, y, lo que era aún peor, perdiendo momentos estelares del paseo que Miles y todo su séquito ofrecían entre el público a escasos metros de nosotros. El carismático músico llevaba apoyado en el hombro un aparato con altavoces enormes, uno de ésos con radio y doble pletina de los ochenta. Sonaba a todo volumen Herbie Hancock y su tema Rock It primero y el Fight For Your Right (To Party) de los Beastie Boys después. Iba hablando con algunos afortunados y todos se rendían como bobos ante él, venerando una música que en realidad detestaban y nada tenía que ver con la que querían escuchar todos esos puristas, elitistas y mal llamados amantes del jazz que cumplen con su afición una vez al año.
Tranquil, la càmara està amb mi, fora de perill ;-)
ResponEliminaPetonets.
miles i beastie boys??jajajajajaja se te'n va l'olla!!!
ResponEliminaRoc Calvet
jajajaja parla amb el meu cervellet... ni jo l'entenc! Aquest conte ha sorgit arrel d'un somni. Està basat, doncs, en fets reals... jajajaja En Miles Davis ens obligava a escoltar hip hop i la música del visionari (llavors) Herbie Hancock. Va ser un somni tan tan real... El continuaré. una abraçada!
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