Entre muchas perlas, me ha hecho gracia un escrito sobre el tabaco y que quiero compartir;
CAMPAÑA CONTRA EL TABACO (1947) HACHE
Cuando enciende usted ese cilindro blanco que contiene tabaco rubio o negro, ¡qué inconsciencia demuestra! Usted cree encontrar un pasajero placer en aspirar el humo que luego expele formando caprichosas espirales, y resulta que está usted arruinando su salud. ¡Siga, siga arruinando su salud!; y cuando su salud ande por ahí llena de harapos y sin dos pesetas, entonces verá lo qué es bueno. Si usted supiera las graves consecuencias que trae consigo el uso del tabaco, arrojaría el cigarrillo lejos de sí diciendo: "Puaf!". El tabaco tiene metida dentro la nicotina, ese terrible veneno cuyo solo nombre hace palidecer a los hombres más templados. Una sola botella de nicotina descargada con fuerza sobre el cráneo de un hombre de un metro setenta de estatura, le hace caer al suelo sin sentido. El célebre biólogo Patapft, hizo beber a un perro medio litro de nicotina disuelta en lejía de potasa, durante ocho días. El animal comenzó a sentir palpitaciones, su pulso se hizo acelerado, su ladrido más débil, y al fin cayó en la mayor misantropía, que acabó llevándole al sepulcro. Si se hace comer a una foca un pescado en el que se ha introducido un cigarro puro, sufre un fuerte acceso de tos y, a veces, al toser, se parte la cabeza contra las piedras. El tabaco quita el apetito por completo, como lo demuestra el hecho de que cuando se enciende un cigarro puro después de una comida, ya nadie quiere comer más. El fumador lleva impresas en el rostro las huellas de un terrible vicio: Mirada torva, gesto de cansancio, orejas lacias, color aceitunado, belfo colgante, cabello azafranado y ceño fruncido. Sus manos temblorosas dejan caer objetos de porcelana, olvida a menudo su nombre, camina con las rodillas dobladas y sufre frecuentes ataques de meningitis y osteomielitis. Se conoce el caso de un joven de Amsterdam que, al fumar su primer cigarrillo, se le desprendió el esternón y hubo que ponerle uno de madera. Un sesenta y tres por ciento de los delincuentes habituales son fumadores, detalles que aprovechan los detectives para descubrirlos por sus colillas. ¿Qué dice usted a todo esto? ¿No le importa nada su salud? ¡Allá usted, pero luego no venga con reclamaciones!
La Codorniz fue una revista de humor gráfico y literario publicada en España desde 1941 a 1978. Se autoproclamaba «La revista más audaz para el lector más inteligente», y posteriormente también «Decana de la prensa humorística». Y sin duda fue una de las más longevas publicaciones de humor, sirviendo de inspiración a las posteriores El Papus, Hermano Lobo, Por Favor y El Jueves. Fue fundada por Miguel Mihura, aunque fue su sucesor en la dirección en el año 1944, el escritor Álvaro de Laiglesia quien le daría el toque personal que caracterizaría a la revista. Aumentó el tamaño de la revista a 28x38 cm y en ella colaboraron Mingote, Chumy Chúmez, Máximo, Gila, Serafín, Oscar Pin (pseudónimo de Fernando Perdiguero Pérez), Perich, Ops (posteriormente conocido como El Roto), Forges y Rafael Azcona, entre otros. Tuvo varios problemas con la censura (especialmente por Artículo 2.º de la Ley de Prensa) y sufrió numerosas multas, apercibimientos y, de modo irremediable, suspensiones en 1973 y 1975.
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