Me apetece mucho escribir aunque en este momento aún no sé sobre qué. Qué oscura, o debería decir extraña, necesidad me empuja a ello es una cuestión a la que no tengo todavía respuesta. Tengo claro, eso sí, que a pesar de no tener ideas sobre qué escribir, ni para un cuento ni para un artículo, necesito hacerlo. Y aquí estoy tecleando, aprovechando los pocos minutos que puedan quedar de luz natural en un día gris de marzo, con música jazz de fondo y observando como empiezan a caer algunas gotas en la terraza a través de la ventana: ahora mismo acaba de pasar un helicóptero.
Necesito escribir más que fumar. Llevo ya casi nueve meses sin encender un cigarro y sigo con la firme determinación de no fumar, ni siquiera una calada, nunca más. Puede sonar radical, me da igual, si algo tengo claro es que es la decisión más clara que he tomado nunca en toda mi vida. Siempre habrá quien diga que hay otras decisiones que han sido o han podido ser determinantes, pero lo más probable es que entonces no tuviera otra alternativa o que decidiera algo sin tener una motivación tan extraordinaria como la que se da ahora.
Hoy ha pasado algo curioso. Una de esas cosas que siempre me gusta contar, una de esas casualidades o premoniciones o como se quiera nombrar que me ocurren a menudo y a las que cada vez más las incluyo dentro de lo que solemos llamar normalidad. Aunque quiero pensar que mi normalidad no es la misma que la tuya y he aquí donde aparece una palabra que aprendí hace muy poco: solipsismo. Me parece sensacional cuando uno encuentra una palabra que define una sensación a la que jamás le puso nombre pero que conoce muy bien. Corto y pego de wikipedia:
Solipsismo, del latín "[ego] solus ipse" (traducible de forma aproximada como "solamente yo existo") es la creencia metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de su propia mente, y la realidad que aparentemente le rodea es incognoscible y puede no ser más que parte de los estados mentales del propio yo. De esta forma, todos los objetos, personas, etc., que uno experimenta serían meramente emanaciones de su mente y, por lo tanto, la única cosa de la que podría tener seguridad es de la existencia de sí mismo.
Suena el teléfono. Me levanto y voy a mirar en la pantallita para saber quién llama, aunque antes de hacerlo ya lo sé. Paso. Lo siento, pero ahora no. No ofendo a nadie, lo sé. Además nunca entra en mi blog así que no se va enterar de que no he querido contestar.
Como iba diciendo, hoy me ha pasado algo curioso. Ya llevo unos días en los que se me aparece Salinger por un millón de sitios. Algo normal, falleció hace poco más de un mes y sigue siendo noticia. Aunque también se me aparece Hunter S. Thompson y ya hace cinco años que decidió irse (seguirá siendo noticia). En fin, estaba hoy leyendo la revista Fotogramas y me ha dado por pensar en J.D. Salinger y en una película de la que habla el protagonista de su famosa novela El Guardián Entre el Centeno, Holden Cauldfield. Algo extraño ya que no para de repetir una y otra vez que odia el cine. La película que cita es The 39 Steps de Alfred Hitchcock. Ya la tengo preparada, sólo he de darle al play; es lo que siempre digo: una cosa lleva a la otra.
Pues mientras hojeaba el Fotogramas intentaba recordar cuál era el título de otra película (aunque la tengo) que protagoniza Jennifer Aniston y el nombre del actor que encarna a un tipo obsesionado con El Guardián Entre el Centeno. Justo en ese momento al dar la vuelta a la página me encuentro con un pequeño homenaje a Salinger titulado El Guardián sí fue al cine, en el que se cuenta que al escritor le gustaba mucho el cine pero que jamás permitió que se adaptase El Guardián Entre el Centeno después de ver la película My Foolish Heart basada en una de sus historias que en 1949 dirigió Mark Robson. Lo más curioso es que en esta misma página nombran algunas películas en las que el libro de Salinger o él mismo, por una razón u otra, son parte importante del film. Así que no he tenido que ir a investigar en mi "deuveteca" particular para averiguar que el título de la película que intentaba recordar es "The Good Girl" (2002) y que el enombre del actor es Jake Gyllenhaal que en el film, curiosamente, interpreta a un tal Holden.
Por si te interesa o, mejor dicho, a quien pueda incumbir: mientras escribía he sido acompañado en mi mundo por Eric Vloeimans y su disco Boompetit, también ha estado, de hecho aún está, aquí Courtney Pine y el disco Up Behind The Beat - The Collection.
Que bé que tinguis ganes d'escriure perquè el cap de setmana passat ens vam veure amb l'Albert i en Sergi i ja tenen ganes d'anar per la segona Jam, aquesta vegada no hi pots faltar! Aviat us enviaré un correu per començar a moure el tema, una abraçada!
ResponEliminaOsti perdonar que abans no he signat, però ja saps qui sóc, oi? Jajaja
ResponEliminaSegueixes sense signar jejejeje
ResponEliminaMarta, com va? Gràcies per deixar comentari. Doncs sí, espero que aquesta vegada res no ho impedeixi. Així que no hi faltaré. Una abraçada!
Se dice que cuando buscas algo, si te dejas llevar al final ese algo te encuentra a tí...
ResponEliminaSaludos
Saludos Hell y gracias por comentar.
ResponEliminaA veces, también, hay que tener cuidado con lo que se desea o con lo que se busca...
Un abrazo
Me ha gustado esta entrada, Jordi.
ResponEliminaPor cierto, The Good Girl es una gran pelicula, sin duda la mejor de Jennifer Aniston, ajaj, aunque eso no parece muy difícil.
Aitor, gracias por la visita y el comentario ¿qué tal? The Good Girl me gustó mucho, un día de estos la pondré de nuevo. ¡Saludos!
ResponEliminadimiter
ResponEliminaDimiter? un poco más de información sería de gran ayuda. Gracias.
ResponEliminaEl solipsismo es una posición ontológica/epistemológica mal fundamentada y por definición egocéntrica. Si piensas que cualquier forma de "otro" tiene un grado de existencia diferente del tuyo (tú existes y el otro no existe), entonces déjame presumir un burdo narcisismo de tu parte.
ResponEliminaSaludos.