Nos merecemos carbón

Los Reyes Magos ya han pasado y se han portado muy bien. Más que bien. Demasiado.
Deberíamos detenernos ahora que ya han acabado las fiestas, el jolgorio y el derroche, para sentir algo de vergüenza si es que aún nos queda un poco de sentido común. Y digo sentir un poco de vergüenza por no decir algo peor.
La crisis es el tema recurrente en los encuentros con amigos o familiares. Mientras alguien nos cuenta con cara de pena lo mal que lo está pasando miro a su alrededor y me doy cuenta de que somos unos privilegiados. Aunque nos quedemos sin trabajo y nos cueste llegar a final de mes, tenemos las necesidades básicas cubiertas. Es más, algunos de los que se quejan de las precariedades económicas (Digo ALGUNOS), tienen el móvil de última generación, el ordenador y su conexión a Internet, un buen coche, mil canales de televisión etc. No Me Tiren De La Lengua.
Me parece una injusticia aún mayor cuando al desviar un poco la mirada de nuestro propio ombligo vemos que les ocurre a otros humanos que corren otra suerte.
Dudo que salgamos a la calle de la misma manera que lo hicimos en contra de la guerra en Irak. Tal vez, es por lo poco que sabemos del conflicto en Gaza. Bueno, eso es una excusa. No es necesario tener mucha información para llegar a la conclusión de que hay unos que abusan de su poder y de que hay otros que utilizan a su pueblo cegados por el odio. Resultado= siempre acaban sufriendo los mismos.
Tal vez en aquella ocasión salimos a manifestarnos porque no queríamos manchar nuestras conciencias. ¿Es a eso a lo que al final se reduce todo? ¿A no querer tener cargas, a querer gritar bien fuerte que nuestro gobierno no matará en nuestro nombre?
La portada de El País del día 5 de Enero era de lo más gráfica. Una ciudadana herida, ensangrentada, tirada en el suelo y mirando al objetivo pedía ayuda. A su alrededor nadie. Me imagino que detrás de la cámara había más gente. Es el símbolo de otro conflicto más. Una foto que probablemente pasará a la historia y que, quien sabe, igual recibirá algún premio. Tal vez será considerada una obra de arte y llevará por título "Gaza pide ayuda y nadie acude". Pero, a día de hoy, me pregunto si alguien se ha preocupado por esa mujer y qué será de ella.
Seguramente sólo desea dejar de oír gritos y el sonido ensordecedor de la muerte.